Claudia es la única médico de familia que no quiere ocultar su nombre. Hace año y medio, tras terminar su residencia, empezó a trabajar en la zona de Ferrol. Tiene trabajo y no se queja del sueldo, pero las condiciones laborales son otro cantar. "He estudiado seis años de carrera, he preparado el MIR un año y hecho una residencia de cuatro años ¿para tener contratos de día, o de lunes a viernes, para no tener vacaciones porque mis contratos son muy cortos y para que el Sergas no cotice por mí los fines de semana, aunque luego me exige exclusividad?", se pregunta indignada.

"No se cubren todas las bajas, ni todas las vacaciones, ni todos los días de libre disposición, así que puedes llegar a un centro de salud, y tener 70 pacientes, los 35-40 del médico al que sustituyes, y los de otros doctores que no han sido sustituidos, y las urgencias que aparezcan... Si no los conozco de nada y tengo cuatro minutos para cada uno, ¿cómo se va a prestar una buena atención?", remarca Claudia.

"Se supone que tenemos seis minutos por paciente, pero fuerzan las agendas y citan a dos o tres pacientes a la misma hora", afirma. "Así puedes llegar a tener una lista con 70 enfermos, como me ha pasado, aunque lo normal es 35-40", añade.

"A los pacientes más mayores a veces no les pido que se quiten la chaqueta, porque no hay tiempo, tardan mucho, los ausculto con ella puesta, y les pido que solo se desabrochen la camisa", relata Claudia, quien ya ha pasado por nueve centros de salud y cuatro PAC. "El 28 de febrero se termina el contrato que tengo, y no sé que voy a hacer en marzo, me lo dirán el día 27, como otras tantas veces", se queja.