La forma de vida de los "urbanitas" presenta ciertas características que deben ser tenidas en cuenta cuando se habla de hábitos y salud. Normalmente, no paran en su casa, comen fuera y no cuidan su dieta. No tienen tiempo para nada que no forme parte de su agenda y no se permiten ningún cambio. Viven muy estresados y suelen presentar síntomas de ansiedad (trastornos del sueño, problemas digestivos, agotamiento, taquicardias, etc.) que suelen tratar con diferentes métodos no siempre adecuados.

El ambiente de la ciudad tampoco ayuda a mantener la salud. Los contaminantes ambientales, el ruido, los escasos espacios verdes, etc. no facilitan mantener un estilo de vida saludable y complican los intentos de actuar a ese nivel. No podemos aislarnos de la polución generada por los coches o del molesto ruido provocado por los vecinos, pero sí buscar momentos "diferentes" en los que disfrutar de un ambiente más saludable (un buen plan de fin de semana puede ser salir de la ciudad y pasear por el bosque más cercano).

A nivel nutricional resultan caóticos: pueden comer demasiado o saltarse las comidas por falta de tiempo. No practican ejercicio de manera habitual, pues lo consideran algo completamente secundario y les altera la agenda. No tienen tiempo para sí mismos y son incapaces de diferenciar entre lo importante y lo que no lo es. Tampoco son capaces de cuidar sus relaciones afectivas, lo que acaba convirtiéndoles en personas solitarias.

El estrés les absorbe y no son capaces de controlarlo. Como es el causante de numerosas enfermedades y síntomas extraños, resulta imprescindible aprender a controlarlo y modular el sistema inmunitario para evitar problemas de salud. Lo mejor es acudir al médico para que paute las medidas oportunas y evitar la automedicación que puede desencadenar situaciones más complejas y difíciles de tratar.

Las recomendaciones para este grupo de población son variadas y podemos destacar:

-Hacer cinco comidas al día: tres principales y dos tentempiés. Es importante no saltarse ninguna ni pasarse en la cantidad ingerida en cada una. Establecer un horario y cumplirlo sería lo ideal, porque ayudaría a restablecer también una calma interior de la que carecen, mejorarían las digestiones (que suelen ser malas) y controlarían mejor el peso. Sentarse a comer tranquilamente podría ser el primer paso de una terapia relajante que les ayudaría a reducir el estrés.

-Elegir platos ligeros y equilibrados evitando las grasas saturadas que aumentan el colesterol LDL (malo). Así se regularían adecuadamente los niveles de colesterol que, elevados y mantenidos en el tiempo, podrían provocar problemas cardiovasculares.

-No tomar azúcares refinados, reducir el consumo de sal y alcohol. Suelen recurrir al consumo de este tipo de compuestos porque les producen satisfacción inmediata, pero plantean problemas de salud que deben ser controlados. Los niveles de tensión arterial, por ejemplo, serán los adecuados si evitan estas sustancias dañinas.

-Utilizar suplementos (omega 3, resveratrol, etc.) bajo control médico. Son elementos que favorecen la eliminación de radicales libres y mejoran el estado de ánimo y el trabajo intelectual. No deben ser consumidos sin ser pautados por el médico porque podrían presentar efectos secundarios indeseables.

-Practicar ejercicio de manera habitual. Es fundamental para mantener la salud física y psíquica. Dedicar 20-40 minutos diarios o 45-65 minutos dos o tres veces a la semana puede ser una buena pauta. El ejercicio cardiovascular es esencial en situaciones de estrés, por lo que se recomiendan al menos dos sesiones semanales. Caminar inicialmente, correr paulatinamente o usar la elíptica puede ayudar a conseguir el objetivo buscado. No es necesario obsesionarse, pero sí plantearse que no es un tiempo perdido; es un tiempo ganado porque tu organismo lo necesita y responderá positivamente.

-Modificar hábitos perjudiciales. Fumar en exceso, beber alcohol, etc. forman parte de las "conductas para reducir el estrés" y deben ser erradicados completamente porque no sirven para nada. Este cambio de actitud conseguirá hacer que se sientan mejor y evitarán la dependencia de sustancias insalubres mejorando la autoestima.

-Buscar tiempo para uno mismo. Dedicar un rato a hacer lo que uno desea nos hará sentirnos mejor y permitirá desconectar de los problemas. Leer, pasear, ir al cine, darse un baño relajante o lo que sea que te apetezca forma parte de la terapia. Es fundamental conseguir "tu momento" porque mejorará la capacidad de relacionarse con los demás y facilitará la comprensión de situaciones complicadas.