Un sueño hecho realidad que aún no se cree. Así describe su experiencia en la Berlinale Berlinalela cineasta gallega Diana Toucedo, tras ver su nombre en multitud de periódicos internacionales. La realizadora transita entre el documental y la ficción al retratar O Courel en su primer largometraje, Trinta lumes que fue estrenado en el prestigioso festival de cine. Los lumes del título no se refieren a los incendios que asolaron Galicia hace unos meses, sino a esa otra acepción popular que identifica cada familia en activo con una lumbre. En este caso son treinta vidas, que numeran a los escasos niños que quedan. Dos de ellos -sus protagonistas- pisaron junto a Diana Toucedo la alfombra roja de la Berlinale.

-¿Cómo se siente después de mostrar a un público internacional la vida de los habitantes de O Courel bajo su mirada?

-Estar en la Berlinale, uno de los mayores festivales de cine a nivel mundial, es algo con lo que siempre sueñas pero que nunca crees que vaya a llegar. Acceder con esta primera película, hecha de una manera artesanal, tan poco comercial, en la narrativa, rodada con tanto cariño y después de tantos años? ha sido fantástico. A la proyección [anteayer] llegué con esa incógnita, ¿cómo el público internacional podría recibir la película, con elementos tan locales y particulares de un humor, un ser, y un saber tan gallego. No tenía ni idea de cómo podía reaccionar, y fue increíble. La sala estaba llena. Colgamos el sold out, y se proyectó en la sala en donde se originó la Berlinale hace 68 ediciones. El silencio era total y todos estaban súper conectados, pero se rieron en muchos momentos en los que no me lo imaginaba. Espectacular.

-Certifica, por tanto que el humor gallego tiene amplitud mundial.

- Completamente. Hubo un momento en el que en el filme dos mujeres están pelando un pollo, y mantienen un diálogo que quizás no sea humorístico, pero la gente se reía. Hubo detalles con los que me sorprendí, muy positivamente. Por ejemplo, ver a los espectadores conectadísimos, entendiéndolo todo. Tuve la oportunidad de hablar con una chica de Turquía, un griego y otra búlgara y todos me dijeron que en el fondo, había algo de todos ellos en la película; que reconocían ciertos lugares rurales de sus países. Eso me pareció bellísimo. Poder en el fondo hablar desde O Courel, con una historia tan nuestra, y conectar con algo tan universal que pertenece a todas las culturas.

-Dos protagonistas, como 'embajadores' han acudido al Festival. ¿Cómo lo han vivido?

-Todo O Courel está expectante. Lo mejor es que nos hemos traído a Alba y Samuel, los dos protagonistas de la película Y estaban radiantes sobre la alfombra roja. Mi primera intención en cuanto lo supe, fue llamarles. Están entusiasmados con la Berlinale, no dan crédito. Incluso ayer Samuel decía: "Estamos siendo los embajadores de O Courel por el mundo". Están en una nube, pero encantadísimos. Se lo están pasando bien. Y yo alucinada con la potencia de actorazos que tienen!

-Cuando rodó Trinta Lumes, además de la historia de una tierra y un tiempo que pelean por sobrevivir, su película abordaba una conexión más espiritual con la muerte. ¿Los actores han entendido que querías reflejar esa parte?

-Fue una de las preguntas que le hicieron a Alba en la sala. Iniciamos la película desde un lugar muy documental, observacional. Y luego la película también fue hecha desde la sala de montaje. Cuando entré en la sala de edición me di cuenta de que los temas que había querido o intentado abordar en el rodaje debían de estar mucho más presentes. Son los que me obsesionan: saber más sobre lo que no es visible pero puede existir; algo más espiritual, ancestral, incluso místico podríamos decir. Esa lucha entre la vida y la muerte para mí también está allí. La cuestión que preguntaron a Alba fue como ella sentía la película ahora y respondió de una forma muy bonita: que la forma en la que habíamos trabajado fue intuitiva (sé como eres habitualmente). Todas las dudas y curiosidades que la película intenta reflejar, en el fondo están en ella. Alba en ese momento también tenía una gran fascinación por conocer lo que podía ser la muerte, todo lo que fueran presencias, fantasmas, lo no visible. Aunque al final, le hemos dado una escritura más de ficción a la película, en el fondo está conectando muchísimo con lo que las personas de O Courel y Alba mismo es.

-¿Por qué ese lugar?

-Yo he intentado tejer un poco más la historia para hacerla más cinematográfica. Ocurre en O Courel como en muchos otros sitios en Galicia: podemos encontrar un mundo que no está sometido a esos cánones de una sociedad muy tecnológica. Acercarnos a nosotros mismos y a partir de ahí cuestionarnos nuestra percepción de nosotros mismos y de los demás forma parte de lo que es el cine.

-Qué recorrido le augura a partir de ahora a su cinta?

- Estamos muy abiertos a lo que vaya ocurrir a partir de estos días. Hay muchos movimientos, ventas, peticiones. Ya podemos anunciar que en China ha querido comprar la película si ya estamos haciendo un trato con una gran compañía china que lleva estrenos en salas, en todo el territorio. Así que es una gran noticia, pero ya estamos recibiendo solicitudes de muchos festivales. Cuando acabemos la semana haremos valoración de todo lo que ha sucedido y veremos cómo se presentan los siguientes meses, pero nuestra intención es hacer un recorrido por festivales y después tratar de llegar a las salas también.

-¿Se va a proyectar en salas chinas antes de verse en España?

-Podría ser. Se trata de un distribuidor chino que tiene un catálogo de películas europeas bastante amplio. Estaban entusiasmados con solo ver un link a la película. Es cierto que algunos medios internacionales que me han entrevistado, me han dicho que siento en la película muy oriental, por toda la construcción del tiempo y el espacio. Siendo dos mundos aparentemente tan alejados, creo que entenderán la película a la perfección.

-Para su próximo proyecto vuelve su mirada hacia el mar. Tiene que ver con un barco de la pesca de altura...

-Es otro proyecto con el que llevo mucho tiempo gestando. Lo retomaré en breve. Es un proyecto en el que he rodado una parte, me ido a un barco pesquero gallego, semi gallego, de Huelva y de Argentina, con sede en el sur de la Patagonia, donde atracan y donde hacen toda la pesca. En el mar del sur. He estado un mes y medio rodando en altamar, con 30 hombres. El protagonista que va a llevar la narración es el capitán de este barco, que es mi padre. La historia, por un lado, nos pertenece mucho por cercanía, el mundo de la pesca y el mar. Por otro, yo me quería adentrar en esta historia por una cuestión personal: mi padre ha sido toda su vida marinero y ahora capitán de barco y ha estado, en el fondo, ausente toda su vida por haber estado en altamar. Ha estado en los mayores caladeros a nivel mundial, de Europa, Canadá, al sur de África y ahora lleva 18 años en Argentina. Quería entender cómo es ese mundo de la pesca de altura, donde además alguien como mi padre estaba ausente nueve meses de cada año. Tener la oportunidad de subirme con él, de compartir, desde dentro cuál había sido toda su vida, y también cuál había sido toda mi vida sin él, una aventura tremenda desde el punto de vista emocional. De hecho aún tengo que digerir, procesar y articular para llevarlo a la película.