Hoy es la corrida de los periodistas, los corren por doquier", comentaban dos paseantes clásicos de sus viñetas el día de la llamada Corrida de la Prensa, que solía cerrar la temporada primaveral de la Plaza de las Ventas madrileña. Eran tiempos difíciles para la libertad de expresión, allá por los estertores del franquismo. La viñeta la publicó el vespertino Informaciones cuando los periodistas luchábamos por conseguir una prensa libre y nos manifestábamos por las calles de las ciudades españolas. Años más tarde, en otro periodo de acoso a la prensa libre, la misma viñeta fue publicada en el diario El País, donde publicó su humor durante décadas. Su autor se ha ido cuando la censura asoma de nuevo sus orejas.

Forges, Antonio Fraguas de Pablos, es el artífice de que el cariño formase parte del humor. De que el humor entrase en los hogares españoles. Con Forges se empezó a hablar de otra forma en las familias. Sus palabras empezaron a formar parte de las conversaciones. Atribuyen a los humoristas ser adustos fuera de su trabajo y Cantinflas dijo aquello de que "el humor es cosa seria". Antonio Fraguas añadió el cariño a ese aserto sin quitarle un ápice a esa definición: el humor entrañable.

Además lo practicaba siempre, a diario, en la familia, el trabajo, el ocio. Su enseña era el buen humor. Su voz nasal, sus ojos risueños, su semblante eran siempre la representación del humor amable, cariñoso, incisivo pero afable. Era imposible hablar con Antonio sin esbozar una sonrisa. Cuando en 1970 preparaba mi tesina de fin de carrera en la Escuela Oficial de Periodismo ( El humor político en la actual prensa diaria española) publiqué en la revista Criba una de las primeras entrevistas que concedió como humorista y Forges confesó que su humor no lo entendían los mayores de 35 años. Casi cincuenta años después su lenguaje es el más universal.

Su humor entrañable es fiel reflejo de su humanidad. Querido Antonio, no me despido porque seguirás largo tiempo en la leyenda y tu cariño en nuestras conversaciones. Un abrazo.