"Pues sí, hay gente que se extraña cuando te presentas como electricista. Me pasó de prácticas en una empresa. Íbamos un compañero y yo al lugar al que nos mandaron y notas que son más agradables con él y le hablan a él".

Aroa Somoza, que estudia primero de Ciclo Superior de Sistemas Electrotécnicos y Automatizados en un centro gallego, ya ha notado en su corta trayectoria que va a tener que pelear en un oficio tradicionalmente masculinizado, en un mundo con mayoría de hombres desde siempre. Son dos chicas en una clase de diez: María Jesús Baña (19 años) y ella, de 22. Antes hizo un ciclo de Telecomunicaciones. Le gustan las instalaciones eléctricas y los cálculos. "A los seis años desmonté una tostadora y mi padre, un manitas, me enseñaba cosas", dice. Se quiere dedicar a esto. "Hay muchos temas que tienen que evolucionar. Yo no tengo que demostrar más que ellos, tengo que demostrar lo mismo; que hago bien mi trabajo y punto", cuenta esta joven gallega.