Asegura que el "analfabetismo emocional" es uno de los grandes problemas de la sociedad y está detrás de muchos casos de ansiedad, estrés, fobias, violencia o incluso del consumo de drogas. Para el director del postgrado de Educación Emocional de la Universidad de Barcelona -el primero que hubo el mundo- y uno de los impulsores de esta educación en Europa, Rafael Bisquerra, la clave está en que los niños aprendan desde pequeños a reconocer las emociones y saber cómo gestionarlas. Apuesta por incluir esta formación en los colegios, pero dice que aún queda mucho por hacer. "España es el tercer país del mundo, tras EEUU y Reino Unido, en investigación y publicaciones sobre el tema, pero la puesta en práctica es otra cosa. Hay pocos profesores formados", sostiene este experto que ayer impartió la charla Emociones con denominación de origen en la Fundación María José Jove de A Coruña. La expectación era máxima y hace semanas que el aforo estaba completo y con lista de espera.

- ¿Qué ventajas tiene aprender a conocer y gestionar las emociones?

-Por un parte, la reducción de comportamientos de riesgo, reducción de la violencia, de la ansiedad, del estrés, incluso de ciertos casos de predisposición a la depresión y las fobias y también reducción del consumo de drogas porque la gente que consume en el fondo lo hace para cambiar sus emociones y hay que enseñarles a cambiarlas sin arriesgar su salud. Pero lo más importante de todo es que mejora el bienestar personal. ¿Qué es el bienestar?: la experiencia de emociones positivas. Esto depende de un entrenamiento personal.

- ¿Este aprendizaje es más necesario en la sociedad actual que en la de hace décadas?

-Siempre habría sido necesario e importante, pero ahora hemos tomado conciencia de ello. La conciencia es muy importante, es una de las características que nos identifican como personas. Somos, de lo que sabemos, los únicos seres que somos capaces de tomar conciencia de nuestra conciencia, de lo que nos pasa por dentro, es decir, los únicos que podemos ser felices y ser conscientes de que lo somos.

- Pero lo cierto es que en los últimos años se ha disparado el consumo de ansiolíticos o antidepresivos y los casos de ansiedad o el estrés, ¿esta generación gestiona peor las emociones que sus padres o abuelos?

-Tenemos un ritmo de vida cada vez más acelerado. Ya está bien porque esto es una prevención del aburrimiento, pero a veces nos pasamos de un extremo a otro. El gran reto está en el equilibrio entre el aburrimiento y la ansiedad, este equilibrio es el bienestar. Bienestar es trabajar un difícil equilibrio que es posible pero que necesita habilidades, competencias, formación, entrenamiento, aptitudes e incluso valores. Tenemos una sociedad orientada hacia el bienestar material, creo que ha llegado el momento de pasar a lo inmaterial, al bienestar emocional que es lo que realmente puede dar un sentido a la existencia de las personas y a proyectos sociales en común.

- ¿Se pueden dar unas pautas generales o cada persona precisa distintas cosas para alcanzar su bienestar emocional?

-Cada uno tendrá elementos que le ayuden a generar su bienestar y serán distintos en cada persona. Cada uno debe saber qué es lo que le va a proporcionar su bienestar, pero el bienestar en sí es prácticamente lo mismo en todas las personas: es la experiencia de emociones positivas.

- Se dice que la sociedad actual no tolera la frustración. ¿Es un error querer estar siempre bien?

-Con esto tiene que ver el tema de la llamada gravitación emocional que explica cómo tenemos una tendencia que nos lleva inevitablemente hacia emociones del entorno del miedo, la ira y la sorpresa. Por ejemplo, si ocurre un accidente cuanto más desagradable sea la visión, más paradas habrá de los que pasen por allí, es algo que casi no podemos refrenar.

- Parece un contrasentido si nuestro objetivo es el bienestar.

-No es un contrasentido porque las emociones se explican desde la filogénesis y en la filogénesis, donde había la ley de la jungla, la pregunta básica era '¿es mi presa o soy su presa?' Y esto activaba la toma de decisiones. Por eso la toma de decisiones parte de las emociones y estas emociones nos llevan principalmente al miedo y la ira. El miedo en gran medida es un miedo a la tristeza que podemos experimentar si perdemos algo y la ira es la emoción que experimentamos si no somos tratados como consideramos que debemos ser tratados y esto nos lleva a la toma de conciencia de la importancia de la dignidad humana, de los derechos, de la libertad, de la justicia...

- Entonces, ¿todas las emociones tienen su lado positivo?

-Hay confusión entre lo que significa positivo y negativo. No es bueno y malo sino presencia de algo y ausencia de algo. Cuando hablamos de emociones no hablamos de buenas o malas; todas son buenas y necesarias, funcionales, lo que pasa que unas tienen presencia de bienestar y otras ausencia. Cuando tengo miedo no lo paso bien pero el miedo es necesario porque gracias a él adoptamos un comportamiento que aumenta las posibilidades de supervivencia.

- Apuesta por educar en las emociones incluso antes de nacer...

-Sí debería aplicarse nueve meses antes del nacimiento. Hay estudios que muestran que si durante el embarazo la madre sufre estrés, esto puede llevar a que el niño después tenga déficit de atención.

- Entonces, ¿los adultos ya llegan tarde a este aprendizaje?

-En todo momento de la vida podemos aprender e incluso es necesario porque a lo largo de la vida las personas se encuentran ante retos que no se habían ni siquiera planteado. En estos momentos hace falta un gran apoyo emocional a las personas mayores, por ejemplo.

- ¿Cómo debe enseñarse la educación emocional en clase: una materia específica o cambiar el sistema de enseñanza?

-Hay distintos modelos, pero todos ellos pasan por la formación del profesorado. En estos momentos, en general, los docentes no están sensibilizados con la educación emocional, hay grupos concretos. En clase se puede aplicar con el acompañamiento emocional, actividades diversas que incluyen relajación, meditación, conciencia de bienestar -cómo me siento porqué me siento así, qué puedo hacer para cambiar cómo me siento- dinámicas de grupo, instrospección, juegos...

- ¿Y en casa?

-Los niños aprenden más de lo que ven a los adultos que de lo que les decimos. Hay que fomentar la paciencia y crear un clima en el que se pueda hablar de todo.