Al atravesar el portalón de entrada del instituto de Educación Secundaria (IES) Ramón Otero Pedrayo de A Coruña uno ya se da cuenta de que este centro educativo no es como los demás. El mural del dibujante Luis Davila, O Bicheiro, que recibe al visitante es toda una declaración de intenciones. El mensaje, claro: "IES Ramón Otero Pedrayo pola Igualdade". La balaustrada exterior, pintada esta misma semana por los propios alumnos con los colores del arcoiris -reinterpretando la bandera Lgtbiq+ para conmemorar el Día contra la homofobia, transfobia y bifobia- no deja lugar a dudas. Aquí no hay sitio para el sexismo o discriminación. Al menos eso es lo que trata de inculcar a los chavales el proyecto Máis pola Igualdade, una iniciativa pionera, impulsada por dos profesores del centro, Maite Bouza y Félix Longueira, que defienden que la manera más efectiva de "enseñar" igualdad a los alumnos es convirtiéndolos a ellos en protagonistas.

"Consideramos primordial que sean los propios adolescentes quienes se conviertan en agentes del cambio, esa es la filosofía de este programa, por eso trabajamos para darles las herramientas necesarias para que puedan enseñar a otros", explica Bouza. Así fue como idearon que los propios chavales cambiasen el rol de alumnos por el de profesores a la hora de hablar de igualdad. "Después de recibir una formación específica, los estudiantes de cuarto de la ESO impartieron un taller a los alumnos de primero y segundo y, a su vez, los de primero fueron los encargados de leer 'cuentos igualitarios' a los alumnos de Infantil del vecino colegio María Pita", apunta la coordinadora del proyecto, quien insiste en que Máis pola Igualdade nace con vocación de continuar y expandirse a otras materias, a otros cursos e, incluso, a otros centros. "El balance de este primer año de experiencia es muy positivo, tanto que ya estamos pensando en nuevas actividades para el próximo año, que en algún caso también implicarían a los padres", avanza.

Positivo hasta el punto de que Máis pola Igualdade fue galardonado el pasado mes de febrero con uno de los premios Concepción Arenal que convoca la Diputación de A Coruña para impulsar proyectos de igualdad en el ámbito educativo. "Recibir ese reconocimiento supuso un gran impulso y una motivación extra para los profesores que trabajamos en este proyecto, todo el centro se implicó con nosotros para que Máis pola Igualdade no se quedase en la teoría ni en un documento bonito y premiado guardado en un cajón", destaca Maite Bouza.

Una de las últimas iniciativas llevadas a cabo en el marco de este proyecto consistió en proponer a los alumnos que expresasen lo que supuso para ellos el caso de La Manada y, de paso, ayudarles a reflexionar sobre la igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad actual. La actividad, propuesta de la profesora de Lengua y Literatura Española Alba Sierra -y de carácter voluntario para el alumnado, al tratarse de un "tema delicado y complejo"-, fue todo un éxito, y alrededor de setenta de los cerca de noventa estudiantes de entre 12 y 17 años del centro escribieron una carta a la víctima para darle su apoyo. Cada cual lo hizo a su manera.

Óscar, de 12 años y alumno de primero de ESO, asegura que se sintió fatal con el caso de La Manada, entre otras cosas porque le cuesta entender que un grupo de chicos "hagan eso" a una mujer. Además, reconoce que tiene una hermana de 18 años y que el hecho de pensar que podría haber sido ella le hizo reflexionar más sobre la brutalidad de los hechos. Andrea, de 17, también apoya a la víctima en su misiva, en la que reflexiona sobre la desigualdad que ella misma percibe en su día a día. Juega al fútbol y reconoce que tanto en las gradas como en el campo ha escuchado "de todo". Pero pone más ejemplos. "El número de horas que trabaja mi madre es más que las que trabaja mi padre pero en cambio el sueldo de mi padre es mayor", resalta. También Pablo, de 12 años, asegura en su carta creer firmemente en la igualdad entre mujeres y hombres -en gran parte por las historias que ha escuchado de su bisabuela Trinidad-; e Irune, de la misma edad, habla de cómo ha aprendido a identificar micromachismos, por ejemplo, en el mundo de la publicidad. "¿Por qué las mujeres siguen anunciando perfumes y los hombres coches?", reflexiona esta estudiante de segundo de ESO.