El arma que causó la muerte instantánea a María Isabel Solla, la joven de 24 años hallada sin vida con un disparo en la boca el lunes en su vivienda de Gondomar, fue escondida en el monte a cien metros de la casa. Agentes de las fuerzas de seguridad la encontraron bajo una mata de musgo tras indicarles su paradero el propio novio de la chica,

Borja Rial, de 23 años, que permaneció ayer detenido en dependencias de la Guardia Civil de Vigo a la espera de pasar hoy a disposición judicial. Hasta ayer, se le acusaba de tenencia ilícita de armas al carecer de permisos. La investigación trata de aclarar si tuvo algo que ver en la trágica muerte de su compañera o si ella se suicidó. Las pruebas de balística y la autopsia de la joven arrojarán luz en las próximas horas sobre lo sucedido.

La primera versión que ofreció el detenido a los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local incidió en que él se encontraba con sus perros en un galpón junto a la vivienda unifamiliar en construcción, cuando oyó el disparo. Corrió hacia la casa y tuvo que dar una patada a la puerta para abrir, ya que estaba cerrada con llave, y se encontró a María Isabel sin vida tendida sobre la cama. Cuando observó la pistola -una Llama del calibre 45- junto al cadáver, sintió "pánico", puesto que el arma era ilegal y podían detenerlo por ello, argumentó.

Él mismo aseguró a los efectivos que la había comprado en el poblado de O Vao, en Pontevedra, al sentirse amenazado por un grupo de rumanos que le habían propinado una paliza meses antes. Al parecer, antes de su relación con la chica fallecida, convivió con una ciudadana rumana con la que tiene un hijo y ésta lo habría acusado de malos tratos. Fue así como decidió, siempre según su testimonio inicial, ocultar el arma y lo hizo en el monte próximo a la casa.

Acto seguido, salió corriendo hacia la residencia de su padre, a un kilómetro, en un barrio vecino. Por el camino, iba gritando "¿por qué? ¿por qué?", cuestión que corroboraron ayer vecinos del entorno, que salieron a la calle sorprendidos por el estado de shock del chico y alertaron a la Policía Local de Gondomar.

Cuando los agentes se presentaron en la vivienda que Borja y María Isabel compartían, el arrestado ya se encontraba allí acompañado de su padre y de su abogado. Al encontrarse a la chica recostada sobre una almohada desnuda y tapada con una manta hasta la cintura, procedieron a las primeras diligencias y le preguntaron por el arma. El joven les relató su versión y los condujo hacia el entorno donde la había escondido.

Autopsia y pruebas balísticas

El cuerpo de la joven fue trasladado al hospital Nicolás Peña de Vigo para practicarle la autopsia. El informe forense, junto con las pruebas de balística y otros estudios, despejará las dudas sobre el fatal suceso ocurrido en la parroquia de Vincios, en Gondomar. Mientras tanto, el entorno de Borja Rial insistía ayer en que sólo estaba acusado de tenencia ilícita de armas y que "se le está crucificando antes de tiempo". A este respecto, sus allegados recalcaban que el arrestado "está siendo prejuzgado por asuntos del pasado que nada tienen que ver con la actualidad".

En caso de que se mantenga su imputación por la posesión ilegal de la pistola, Borja Rial, de 23 años, pasará hoy a disposición del Juzgado de Instrucción Número 7 de Vigo. En caso de que la investigación le atribuya la muerte de la chica, la sala podría inhibirse para que el asunto pase al Juzgado de Violencia de Género.

La desolación reinaba ayer en Gondomar, donde nació y residió María Isabel con sus padres. Parientes y amigos arropaban a los progenitores y a los dos hermanos en su domicilio. Su padre, José Solla, roto por el dolor, todavía no podía dar crédito a lo ocurrido, sobre todo al hecho de que su hija pequeña se quitase la vida. "No creo que mi hija se suicidase y, si lo hizo, sería porque estaba muy agobiada porque él le hizo algo para que perdiese la cabeza. Era muy alegre y muy trabajadora", repetía. La familia desconocía si la pareja tenía problemas, pero José se lamentaba de que la chica "cayó en ese mundo, con ese gamberro" y no dudaba en sospechar de que el novio de su hija, al que ni siquiera conoce, tuviese un arma. Y es que para el dolido progenitor "cuando alguien tiene una pistola es por algo, porque quiere asaltar o matar a alguien por dinero o por lo que sea", argumentaba. Por eso no duda en exigir a la policía que aclare lo ocurrido y "que se haga justicia". En este sentido, aseguraba que la familia luchará por lograrlo, personándose en la causa o denunciándolo. María Isabel estuvo en la casa de sus padres el viernes y les dijo que iba a retomar sus estudios, por eso la familia descarta la intención de la joven de matarse. Desde muy joven había compaginado las clases con el empleo en verano y vacaciones. Trabajó en una frutería en Baiona, el Froiz de Sabarís o en el bar Cereixa de Vincios.