No pudo sobrevivir a su madre. El bebé de Rocío Piñeiro Oitavén, la embarazada asesinada el jueves en una iglesia de Madrid y vecina de Fornelos de Montes, falleció sobre las 16.00 horas de ayer en el Hospital Universitario La Paz de Madrid al no poder superar las secuelas. El niño nació en la iglesia tras practicársele una cesárea de urgencia a su madre, embarazada de nueve meses, que había muerto víctima de una bala en la sien disparada por Iván Berral, un perturbado al que no conocía. Los médicos del Summa consiguieron estabilizarlo y trasladarlo a la UCI del hospital, pero cuatro días después las lesiones sufridas no le han permitido recuperarse.

Además de la madre y el bebé, en el trágico suceso ocurrido en la parroquia de Santa María del Pinar de Chamartín falleció el asesino Iván Berral Cid, quien antes de pegarse un tiro en el altar hirió de varios disparos a otra feligresa, María Luisa Fernández, que ya ha recibido el alta hospitalaria.

Los sanitarios de los servicios de emergencias que acudieron al lugar no pudieron hacer nada por la madre, pero sí salvaron la vida del bebé, cuyo nacimiento estaba programado para dos días más tarde, gracias a una cesárea de urgencia.

El neonato nació en parada cardiorrespiratoria, de la que pudo ser recuperado por los sanitarios, y fue trasladado en una ambulancia con incubadora al hospital La Paz, donde permanecía ingresado desde entonces.

Los neonatólogos del centro ya advirtieron la semana pasada que el recién nacido podría sufrir graves lesiones neurológicas, ya que estuvo sin respiración unos 15 minutos y que su supervivencia no estaba garantizada. Aunque la doctora del Summa Ceferina Cuesta logró el primer milagro con la cesárea, el recién nacido no pudo salir adelante.

La muerte del pequeño Álvaro, como sus padres querían llamarle y que fue bautizado en el interior del templo nada más nacer, ha sumido en un doble duelo al pueblo de Fornelos de Montes, que declaró un día de luto oficial el día que falleció Rocío Piñeiro. Su incineración y su funeral tuvieron lugar en Madrid para que la familia pudiera seguir de cerca la evolución del bebé.

La joven de Fornelos y su marido, Federico Ventura Ferradás, habían trasladado su residencia desde Pontevedra a Madrid por motivos profesionales. Ella trabajaba en una sucursal de Novacaixagalicia y él como ingeniero en una multinacional. La madre de Rocío se había trasladado a Madrid para acompañar a su hija en el último tramo el embarazo y el parto. La joven esperaba ilusionada a su primer hijo tras algunas dificultades para tener familia, y la cesárea del pequeño estaba programada para dos días después del trágico tiroteo.

El asesino, Iván Berral tenía un amplio historial policial a sus 34 años. Desde hace más de 20 había sido detenido en distintas ocasiones por resistencia a la autoridad, atentado, tráfico de drogas y malos tratos. De hecho, desde el pasado mes de junio tenía orden de alejamiento de su pareja, una colombiana que también está embarazada. Desde entonces el hombre vivía en la calle como un indigente pese a tener vacío un piso valorado en 500.000 euros.