"No debí dejarla ir sola a verle y no estaría muerta", lamentaba ayer en el cementerio de Crecente una amiga de Sabrina Cortés, la mujer asesinada por su marido en Lleida el jueves pasado. La joven, que acogió en su casa de Vielha a la fallecida y a sus tres hijos cuando decidió divorciarse, viajó a Galicia para asistir al entierro. Varias personas se trasladaron desde Cataluña a Crecente acompañando al féretro, que llegó al amanecer. El dolor y los llantos de familiares y amigos se hicieron presentes. Más de dos centenares de personas rindieron el último adiós a la joven de 32 años, fallecida tras ser estrangulada y golpeada por su exmarido.