El empresario Serafín Francisco Feijóo, de 44 años y natural del concello ourensano de Ramirás, fue asesinado en la noche del domingo en el portal de su casa, en la parroquia caraqueña de El Junquito, en Venezuela. Serafín fue tiroteado en el portal de la vivienda familiar, tras oponer resistencia al asaltante que trató de atracarlo, para hacerse con el dinero de la recaudación de la chacinería-freiduría que la víctima regentaba a escasos metros del lugar del homicidio.

Serafín estaba casado, y era padre de cuatro hijos, uno de 8 años y otros tres, trillizos que iban a cumplir los dos años. En la localidad de Freás, en Ramirás, pueblo natal de la familia, y en el que todavía viven su madre Elisa Feijóo y Aurora Francisco, una de las hermanas, reinaba ayer el desconsuelo. La otra hermana de Serafín, Carmen y su marido, residentes también en Caracas, eran sus socios en los negocios de chacinería de El Junquito.

Este mismo verano Serafín y su esposa, Elena, hija también de emigrantes de la zona de Celanova, y los cuatro hijos de ambos, habían estado en Freás. Venían sobre todo a mostrarle a la abuela a sus trillizos, "a los que él adoraba", pues aún no habían estado en tierras gallegas.

"Elvira está destrozada, sabía que su hijo residía en un país en el que la vida no vale nada, pero siempre tienes la esperanza de que no le va a pasar nada a los suyos", sentenciaba ayer un familiar en la casa natal de Freás, que fue un discurrir de vecinos y amigos para dar ánimo a la familia.

El asalto en el que perdió la vida este hijo de emigrantes ourensanos ocurrió a las 20.45 horas del domingo, cuando Serafín, tras bajar la persiana de su local de venta de carne de cerdo y freiduría Cachapa Galaxia, se dirigía a pie, con la recaudación de la jornada, hasta una vivienda situada a poco más de 200 metros en la que habían residido sus padres hasta su regreso a Ourense.

"La vivienda está vacía, solo la usan para guardar la recaudación o dormir alguna noche que se le hace tarde en el negocio, porque Serafín residía con su familia en la capital, Caracas, donde su mujer Elena, trabaja en la empresa eléctrica de Venezuela", explica desde El Junquito Juan Soto, su primo.

Según Soto, hijo de Juan Soto, otro emigrante del sector de la restauración, que fue secuestrado el pasado año en El Junquito. "No está muy claro si fueron una o dos personas las que asaltaron a mi primo, pues el tema está siendo investigado por homicidios y está bajo secreto, pero está claro que conocían las costumbres de Serafín, sabían que llevaba el dinero, él debió de oponer resistencia" y le dieron un disparo tan certero, que murió ya cuando iban a socorrerle en la ambulancia, explica Soto. Todo fue tan rápido "que la persona o personas que lo asaltaron ni siquiera se llevaron el dinero y se dieron a la fuga", afirma el primo de la víctima.

"Es voluntad de su madre y sus hermanas que los restos de Serafín descansen en la parroquia de Freás y esperan que, cuando rematen las investigaciones, pueda ser repatriado para recibir sepultura", explicaba ayer Francisco Pérez, un vecino y amigo de la familia en Ramirás.

La parroquia de El Junquito, a 20 kilómetros de Caracas, fue el lugar elegido por la oleada de emigrantes de la comarca de Celanova que en los 50 iniciaron el éxodo.