"Horrible, horrible, aún no se me pasó el susto". Marisol Rodríguez, la madre de uno de los dos niños de 12 años aplastados por el derrumbe de una casa en ruinas en la parroquia ourensana de Regolevado, A Peroxa, asegura que todavía está "en una nube" y que de no ser por la ayuda de los vecinos de Pazos de Armental no sabe "que habría pasado".

Los dos pequeños ingresaron en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense y fueron derivados a la UCI Pediátrica con pronóstico grave pero sin que se tema por sus vidas. Uno de ellos pasará hoy a planta y el otro fue trasladado ayer por la tarde al Hospital Clínico de Santiago para una mejor valoración de la lesión que sufre en uno de sus pulmones. Además, tiene varias costillas rotas y múltiples contusiones. El otro pequeño, con mejor pronóstico, sufre también contusiones graves.

Los dos niños heridos son compañeros en el mismo colegio de Ourense. Todos los fines de semana coinciden también en el mismo pueblo de A Peroxa donde residen sus respectivos abuelos.

Marisol es madre del menor cuyo pronóstico revierte mayor gravedad. Estaban en casa cuando el amigo que su hijo había llevado de visita al pueblo llegó gritando y pidiendo auxilio. "Salimos corriendo y vimos lo que había pasado, los dos estaban conscientes pero atrapados bajo las piedras de una pared, intentamos quitarlas pero no lo conseguíamos, fue horrible, horrible...". La incapacidad para mover las pesadas piezas propició el aviso a los Bomberos de Ourense.

Sin embargo todos los vecinos de Pazos y Regolevado sumaron fuerzas para mover las piedras y liberaron a los chavales. "Estaban muy asustados y todavía siguen en ese estado, mi hijo, que está fuera de peligro pero muy delicado, se siente mal por lo sucedido y pide perdón sin motivo alguno, solo estaban jugando", explica Marisol, que admite que la rapidez del pequeño que se quedó fuera de la casa y el esfuerzo de los vecinos "sacando las piedras una a una" han sido factores fundamentales para que el desenlace de este accidente no haya sido fatal. Marisol Rodríguez relata que los niños "estaban jugando a construir una cabaña y vieron allí dentro unas tablas que les podían servir. Entraron y no dio tiempo a más, la pared se les cayó encima". Al tercer niño, "no le dio tiempo a entrar, y gracias a él que nos avisó todo fue más rápido".