-¿Cómo se le explica a un niño una tragedia de esta índole?

-Para las familias es complicado dar información a los niños porque no saben muy bien cómo gestionarla, si decírselo o no, si dejar al niño participar en el funeral o en el sepelio o no.

-En estos casos, ¿cuál es la labor del psicólogo?

-Nosotros les aconsejamos y les decimos lo que puede pasar en un caso y en otro para que ellos adopten la decisión que consideren que es mejor sabiendo lo que puede pasar. A los niños, a partir de cierta edad, hay que informarles, sin mentirles, y darles la opción de decidir. A un niño de ocho años, por ejemplo, es bueno que le cuenten qué ha pasado y se le dé opción para que se despida del padre o de la madre, pero la familia puede decidir que no. Es su decisión, pero tiene que saber también lo que puede suceder, que el niño puede enterarse fuera de lo que ha pasado y sentirse mal por no haber podido despedirse.

-¿Y a partir de qué edad es aconsejable?

-Depende de la maduración del niño, pero normalmente a partir de los seis años porque el concepto de muerte es complicado y no lo tienen hasta una determinada edad.

-¿Y un niño de seis, siete años es capaz de entender que su papá o su mamá se subió a un avión y no va a volver?

-Claro, sí porque entiende perfectamente el concepto de muerte.