Viajaban en grupo. Todos eran amigos, compartían la nacionalidad noruega y todos se alojaban en el mismo hotel, uno de los más lujosos y céntricos de Vigo. Pero el sábado la buena sintonía saltó por los aires en el spa. Justo en el espacio donde los huéspedes acuden en busca de relax fueron sorprendidos dos de los nórdicos en plena tensión sexual por quien menos se esperaban en ese momento: el marido de ella. Pero como suele ocurrir en estos casos siempre surgen versiones para todos los gustos. La noruega denunció ante la policía que cuando su esposo los pilló in fraganti estaba en realidad siendo violada. Una acusación gravísima sustentada en cambio sobre una coartada tan inconsistente que la juez de Vigo, tras escucharla a ella y a él, decretó el archivo de las diligencias abiertas por posible agresión sexual al tiempo que dejaba libre sin cargos al amante, en el calabozo todo el fin de semana.

El testimonio determinante en la investigación llegó de algunos empleados del hotel. Observaron a la denunciante y a su supuesto violador cogidos de la mano y hasta sonrientes. Las pruebas forenses practicadas en la madrugada del sábado a la denunciante tampoco fueron "concluyentes" para determinar si hubo o no una violación.