El ministerio público elude en su calificación provisional considerar el crimen del Camino de Santiago como un asesinato y lo califica de homicidio, al haber indicios de que Miguel Ángel Muñoz Blas, el madrileño que fue arrestado en Grandas de Salime tras hacer la ruta peregrina durante cinco días por el interior de Asturias, no mató a la norteamericana Denise Pikka Thiem de forma alevosa, sino en el curso de un robo que derivó en una agresión mortal. El fiscal no establece por el momento que el crimen tuviese un fin sexual, algo que ha descartado la Policía. Siguen sin aclararse los motivos por los que Muñoz Blas se dedicaba a robar a los peregrinos a los que atraía con señales modificadas, cuando en su casa se encontraron unos 37.000 euros en efectivo, producto del cobro de una herencia.

La defensa del único sospechoso del crimen ya indicó en los últimos días que éste no fue premeditado, sino fruto de una "ofuscación" por parte de Miguel Ángel Muñoz. Los psiquiatras consideran que el madrileño es responsable de sus actos, aunque apuntan también a la posibilidad de un trastorno de la personalidad. El presunto homicida aseguró inicialmente a los agentes que le detuvieron que le había dado dos golpes con un palo a la víctima. Luego cambió su declaración e indicó que solo le había dado un golpe y que Denise impactó contra una piedra.

La Policía prosigue la búsqueda de las manos de la peregrina, que los investigadores consideran clave para determinar si el autor confeso es responsable de un delito de homicidio o de uno de asesinato. Fuentes de la investigación señalaron que el detenido ha indicado a los policías dónde enterró las manos, a unos cuatrocientos metros del lugar donde apareció el cadáver de Denise, desaparecida el pasado 5 de abril en Astorga (León) cuando hacía el Camino de Santiago.

Sin embargo, las mismas fuentes apuntaron que esos restos aún no han aparecido y plantearon la posibilidad de que no lo hagan, dada la presencia en el lugar de animales salvajes. En días pasados había trascendido que los agentes habían encontrado algún resto relacionado con las manos amputadas.

El hallazgo de estos miembros puede ser fundamental para la defensa del autor del crimen, pues de ello depende que pueda demostrar o no que la mujer murió de un golpe accidental durante una pelea. Las fuentes consultadas indican que si en las manos de la mujer hubiera restos de piel del asesino cobraría fuerza la hipótesis de que hubieran peleado y durante la disputa la mujer hubiera recibido el fuerte golpe en la cabeza que le causó la muerte. Eso podría traducirse en una acusación por homicidio y no por asesinato.

Si no hubiera restos, sería un indicio de que el detenido golpeó a la víctima de forma premeditada, lo que agravaría la consideración del delito. Entre tanto, la Policía científica trabaja con las muestras de ADN enviadas desde Estados Unidos por la familia de la peregrina para comprobar si coinciden con los restos hallados en una sierra en casa de Muñoz.