El Ministerio público elude en su calificación provisional considerar el crimen del Camino de Santiago como un asesinato y lo califica de homicidio, al haber indicios de que Miguel Ángel Muñoz Blas, el madrileño que fue arrestado en Grandas de Salime, no mató a la norteamericana Denise Pikka Thiem de forma alevosa, sino en el curso de un robo que derivó en una agresión mortal. El fiscal no establece por el momento que el crimen tuviese un fin sexual, algo que descarta la policía.

Siguen sin aclararse los motivos por los que Muñoz Blas se dedicaba a robar a los peregrinos a los que atraía con señales modificadas, cuando en su casa se encontraron unos 37.000 euros en efectivo, producto del cobro de una herencia.

La defensa del único sospechoso del crimen ya indicó en los últimos días que éste no fue premeditado, sino fruto de una "ofuscación" por parte de Miguel Ángel Muñoz. Los psiquiatras consideran que el madrileño es responsable de sus actos, aunque apuntan también a la posibilidad de un trastorno de la personalidad. El presunto homicida aseguró inicialmente a los agentes que le detuvieron que le había dado dos golpes con un palo a la víctima. Luego cambió su declaración e indicó que sólo le había dado un golpe y que Denise impactó contra una piedra.

La policía prosigue la búsqueda de las manos de la peregrina, que se consideran clave para determinar si Muñoz es responsable de homicidio o de asesinato. El detenido indicó que enterró las manos a 400 metros de donde apareció el cadáver de Denise.