Basterra se mostró serio, distante, indignado y, en muchas ocasiones a lo largo de su esperada declaración, altivo e incluso arrogante, con flechas directas al fiscal, Jorge Fernández de Aránguiz, que lo interrogaba. Alguna que otra también al abogado de la acusación popular, Ricardo Pérez. Se percibió en la sala, con murmullos de los asistentes cuando lanzaba alguna frase para marcar su territorio: "¿sería posible que pusieran la imagen anterior, menos tendenciosa?". O, cuando explicó que cocinó albóndigas la tarde del 21 de septiembre, y era la primera vez que las hacía, "¿le explico también cómo es el proceso?" (de elaboración). Estas repreguntas tipo dardo sorprendieron a los asistentes, si bien, por otra parte, Basterra mostró momentos de nerviosismo: cruzaba las piernas, se tocaba la barba, el cuello de la camisa e incluso la cabeza en alguna ocasión. De todos modos, en ningún momento se debilitó ni rompió a llorar. Solo hacia el final cuando vio unas fotos de la niña de cuando era más pequeña o en el momento en el que su abogada le preguntó sobre la ruptura con Rosario Porto y de cómo era la relación con ella en el matrimonio, Alfonso se relajó, bajó la guardia y el tono y se mostró más afable. Se refirió a Asunta en varios momentos como "mi niña"; de las palabras con más emoción que pronunció. También mostró un tono más humano cuando habló de su separación con Rosario: "se me vino el mundo encima".

Para entender su postura, Basterra dijo ayer que llevaba mucho tiempo cabreado, de ahí también su actitud, teniendo en cuenta además el momento de tensión que supone para una persona una declaración como la de ayer. El día previo, por ejemplo, Rosario Porto se mostró en todo momento mucho más débil, con un ritmo de locución más lento y quizás menos segura que su exmarido.

Durante la primera parte de su declaración mantuvo los brazos cruzados y contestó al fiscal con tono que, según asistentes a la sala, sonó como desafiante: "Sí, sé perfectamente donde está la escuela de estudios musicales" (en el sentido de, no hace falta que me lo explique). O frases tipo: "Viernes 13. Entonces, lunes 16, más claro agua". También le espetó al fiscal: "Evitemos cadáver de Asunta y digamos Asunta, por favor, se lo pido, por humanidad". En varias ocasiones Basterra pidió al fiscal "empatía". Le recriminó hablar de los hechos como si fuese un día cualquiera y pidió que entendiera algo "tan sumamente desgarrador" como la pérdida de una hija: "algo que no se lo deseo ni a mi peor enemigo".

Cuando Pérez Lama le preguntó, en relación a los episodios de encontrarse mal de la niña, si "tampoco" en esa ocasión la llevaron al médico, Basterra se enfadó: "Tampoco no me parece apropiado porque parece que nunca la llevamos al médico y eso no es cierto. Es que parece que somos unos monstruos", le recriminó al abogado de la acusación popular.

Fue también un momento un poco incómodo cuando le preguntaron de qué trabajaba y el describió que era freelance: "Autónomo, lo que implica dos o tres ocupaciones, una labor bien distinta a la que ustedes ejercen aquí", dijo, a modo de ejemplo, a los letrados de la sala. Hubo otra aclaración, en este caso culinaria, cuando le preguntan sobre los huevos que Rosario llevaba, "huevos de casa", para hacer el revuelto en casa de Basterra. ¿Le ayudó Rosario a batir los huevos?, le preguntó la acusación. "Los huevos no se baten, se echan directamente", puntualizó, al ser un revuelto.