Después de que la jornada anterior del juicio incluyera una llamada al orden a Alfonso Basterra por parte del juez, quien le reconvino por sus expresiones de "desaprobación", ayer el punto de mira estuvo en Rosario Porto, aunque no por algo que hiciera ella, que se pasó buena parte del tiempo con la cabeza baja, la cara entre las manos y en ocasiones llorando, sobre todo cuando mencionaban a la niña.

Fue la lectura, a instancias del fiscal, de un par de correos electrónicos de naturaleza privada, uno entre Porto y su exmarido y otro en el que se confiaba a una amiga tras la separación, la que disparó la intervención de Belén Hospido, letrada de Basterra. "Aparte de conocer las intimidades de su vida matrimonial, ¿tiene algo que ver con la muerte de Asunta?", preguntó, a lo que el fiscal replicó que buscaba mostrar el "punto de inflexión" que se había producido a su entender en la relación cuando Rosario Porto fue ingresada en el hospital. El representante del Ministerio Fiscal incidió en que el jurado debe "hacerse su propia convicción" en cuanto a las relaciones entre los dos acusados.

La testigo, al que le habían adjudicado la tarea de examinar el correo electrónico de Porto, era una guardia civil que la acompaña tras su detención, incluidas sus salidas "a fumar". La agente había explicado al fiscal, entre otras cosas, que "no" percibió "duelo" en la acusada entonces y luego leyó los correos a instancias de la acusación.

Tan pronto como le tocó al letrado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, intervenir, volvió a incidir sobre el asunto. Sugirió que cuando el fiscal "pretenda exhibir algún documento gráfico o escrito", lo "explique previamente" para que se decida sobre su "pertinencia". Porque no es cuestión, señaló, de "sacar trapos sucios que nada tienen que ver con el tema".