Aunque ahora en el banquillo se sientan solo los padres de Asunta, durante varios meses hubo un tercer imputado conocido como el hombre del semen, un apelativo que no gusta nada al magistrado que preside el juicio (criticó al letrado de Porto su uso), pero que servía para resumir por qué apareció en la causa: su perfil genético coincidía con el del semen hallado en la camiseta de Asunta. En la instrucción, Vázquez Taín vio acreditado que Ramiro C. se hallaba en Madrid ese día y lo desimputó, atribuyendo su ADN en la prenda a una contaminación en el laboratorio.

Sin embargo, las defensas de Porto y Basterra, que insisten en la hipótesis de un tercer hombre, siempre cuestionaron la coartada del colombiano y ayer buscaron contradicciones y grietas en quienes suscriben su versión: él mismo, su hermana, su esposa (entonces novia) y una amiga: estaban en Madrid, fueron a recoger su traje de boda a un centro comercial y cenaron juntos en un restaurante colombiano. Lo acreditan con un tique de la cena (pagada con tarjeta por la hermana) o fotografías de Facebook subidas el mismo día, al tiempo que justificaron una llamada de su novia, estando juntos, para comprobar la cobertura de su móvil por cambiar de operador.

El ataque empezó con Ramiro C., que aseguró que "no conocía a la niña ni a los padres ni a nadie de su entorno" y que en 2013 no estuvo en Galicia. El tono de las defensas, que le reprocharon con insistencia "contradicciones" y "dudas", hizo que el juez les reprendiera por tratarle "como un acusado más". A la letrada de Basterra, Belén Hospido, le reprochó "hacerle un tercer grado".

Con sus familiares y la amiga las defensas también resaltaron las divergencias que veían entre la versión de ayer y la ofrecida tras el suceso en dependencias policiales: que si la amiga que los acompañó no la conocían y ahora sí, que si la otra vez dijeron conocer al dueño y ahora son clientes... El juez no vio tal contradicción y los testigos atribuyeron las diferencias a una "confusión", ya que habían pasado "dos meses" desde el 21 de septiembre cuando declararon entonces y luego fueron recordando detalles a partir de fotografías.

No fueron tan taxativos al apoyar la versión de Ramiro C. los empleados del centro comercial. Sí se acordó (de su novia más que de él, admitió) el que le vendió el traje de boda porque no veía habitual que alguien se case de "beige clarito", pero no estaba el día que lo recogió (aunque dio la entrega por "cumplimentada" días antes) y el que se lo entregó, no los recordaba. El camarero que les sirvió aquella noche murió, y otro trabajador del local dijo que conoció al grupo de Ramiro C. después de que fueran a pedirle una copia del tique de la cena, no antes.