El recibimiento a Rosario Porto en el módulo de mujeres en prisión fue "bastante hostil", por la naturaleza de la acusación por la que entraba. Lo relató ayer su "presa de apoyo". A ella la llamaron a los pocos días desde "convivencia" para que se ocupara de Rosario y la acompañara "24 horas". ¿Por qué? "Porque se temía por su vida, por su abatimiento y absoluta tristeza", comentó la excompañera de celda. "Era un dolor increíble, igual hacia el exterior no lo mostraba, pero en la celda era venirse abajo", añadió. "Hablaba de su hija constantemente", añadió la testigo propuesta por la defensa de Porto. Explicó además "el cambio paulatino" que hubo en el comportamiento de las otras reclusas con respecto a ella, puesto que al principio, por los hechos por los que fue encarcelada, "le insultaban" o "le hacían el vacío". La testigo aseguró que acompañó a Rosario día y noche en Teixeiro, "en la celda, el comedor y el patio", durante nueve meses, "hasta que me

excarcelaron a mí", apuntó. A lo largo de este tiempo, el nivel de hostilidad de las compañeras hacia Porto se fue reduciendo.