La presencia del semen del tercer hombre del caso no fue el único elemento sobre el que prestaron declaración los peritos del equipo de biología de criminalística. Estos también especificaron la detección de ADN de Asunta y sus padres en varias pruebas y prendas en un relato que vinculó de nuevo a Porto con la mascarilla -ella alegó que la utilizaba para limpiar- y los pañuelos o papeles encontrados en la casa unifamiliar de Teo, distante tres kilómetros de la pista forestal en que apareció el cuerpo sin vida de su hija adoptiva.

Los agentes identificaron el perfil genético de Porto en estos últimos hallazgos y matizaron que en un grupo de pañuelos también lograron aislar la presencia del ADN de Asunta. Esta también se encontraba en coche de la madre, un Mercedes, en el que una cámara grabó a la niña la tarde del día de su muerte, en contra del primer relato de la acusada. En concreto, se halló en parte de la tapicería y en la parte del copiloto y en la trasera, si bien no pudieron precisar el momento de la transferencia al vehículo en que viajaba habitualmente con su madre.

Los agentes también relataron durante la sesión del juicio que encontraron una mancha junto a los raíles del asiento del copiloto y en la parte de atrás del habitáculo, que no identificaron, pues insistieron en que solo podían especificar si se trataba de semen o sangre y no era así.

Sin ADN de Basterra

Respecto a Alfonso Basterra, los peritos de criminalística concedieron un alivio al acusado, al descartar la presencia de su esperma en las bragas de la niña. Su ADN se encontraba en ellas, pero los peritos solo pudieron descartar que se debiese a líquido seminal o a sangre. El padre alegó durante su declaración en el juicio que se debía a que recogía la ropa de su hija cuando esta se iba a dormir. En su vehículo, un Opel Corsa, también se detectó el ADN de la niña.