Trece de los 18 procesados por el alijo de tres toneladas de cocaína, valoradas en 265 millones de euros e interceptadas a bordo del pesquero Ripitide que llegó al puerto de Vigo en junio de 2013, habrían alcanzado un acuerdo con la Fiscalía para confesar su participación en el transporte de droga y conseguir la reducción de penas solicitadas. De los tres supuestos cabecillas arousanos sólo Marcos Vigo Fernández asumiría su responsabilidad ante el tribunal, pues tanto Antonio Carballa Magdalena como José Luis Viñas Morgade rechazaron a través de sus defensas cualquier acuerdo al sostener que son inocentes. Tampoco hay acuerdo con el vilanovés Francisco Javier Suárez.

Los letrados advirtieron que de existir "pactos secretos para delatar a otros imputados" pedirían la nulidad del proceso, mientras que el fiscal Antidroga de Pontevedra Luis Uriarte negó secretismo ni pactos ilegales y expuso que las puertas de la Fiscalía "estuvieron abiertas para quienes van a confesar y también para los que no llegaron a acuerdo". Los implicados se afrontan penas de entre 17 y 21 años que se quedarían en 9 años para quienes confiesen.

El primer macrojuicio por narcotráfico que acoge la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo se inició ayer con la llegada de los acusados en un autobús de la Guardia Civil procedentes de la prisión de A Lama y con un amplio despliegue policial en el interior de la sala de vistas. Tras los preliminares, momento en que las defensas solicitaron la nulidad de las escuchas telefónicas -que se resolverá en sentencia-, comenzaron los interrogatorios.

El capitán coreano y los cuatro tripulantes indonesios del Riptide, el enlace venezolano del clan colombiano que viajó a Galicia para controlar la entrega de la droga y el lugarteniente de Marcos Vigo reconocieron su implicación ante el tribunal que les juzga. Todos los marineros admitieron que sabían que los fardos eran de cocaína, si bien el capitán Song Su Kil asumió la responsabilidad al asegurar que los demás obedecían sus órdenes. Su Kil manifestó que los apuntes que le pillaron con las coordenadas donde debía recoger la droga eran suyos.