"Me tiró mi marido". Éstas fueron algunas de las últimas palabras que pronunció María José Rodrigues Fernandes antes de fallecer. Esta mujer de 71 años y natural de Chaves (Portugal) murió el pasado 29 de octubre en Vigo tras ser presuntamente arrojada por la ventana por su marido, Alberto José V. G., de 62 años. El hombre se declaraba inocente el día de los hechos alegando que fue ella la que se tiró al vacío y ya en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Álvaro Cunqueiro, donde estuvo internado casi tres semanas desde el crimen tras sufrir un episodio psicótico, decía que la situación "venía de atrás" y que ella lo estaba "envenenando", algo con lo que según las fuentes consultadas parecía estar obsesionado.

Tras recibir el alta médica, compareció ayer ante la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, pero se acogió a su derecho a no declarar. La juez decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza como presunto autor de delito de asesinato, confirmó el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, por lo que fue trasladado a la cárcel de A Lama, medida que había pedido previamente el fiscal. El caso se tramitará por el procedimiento de jurado popular.

Alberto José V. G. fue trasladado ayer desde el hospital hasta los juzgados vigueses, donde permaneció cinco horas en los calabozos antes de ser trasladado al tribunal. La demora se debió a que la primera abogada de oficio designada renunció y la segunda también tenía intención de hacerlo, aunque finalmente lo asistió en la comparecencia, a la que el imputado acudió vestido con pijama y bata de hospital.

Los hechos ocurrieron la madrugada del 29 de octubre en la vivienda de la pareja en el barrio de O Calvario. Los gritos de la víctima y los golpes de puertas alertaron a los vecinos. Una joven llamó a la Policía. Cuando los agentes llegaron, la mujer ya estaba tirada en el patio del edificio tras ser presuntamente arrojada desde la ventana del cuarto del pilón, desde un tercer piso.

La autopsia ha revelado también que la víctima presentaba heridas contusas en cuello y mandíbula, marcas de uñas en la cara y signos de una acción de sofocación o de que la agarraron por el cuello, así como señales de que habría habido un forcejeo antes de que se precipitase por la ventana. La casa estaba revuelta. La mujer tenía problemas de artrosis y necesitaba un bastón para caminar.

Testimonios de vecinos

Aunque la juez aún no empezó a tomar declaración a testigos, la Policía Nacional recabó tras los hechos en la zona testimonios de vecinos. La investigación apunta a que la víctima sufría violencia física y psicológica desde hacía tiempo. De hecho, pidió ayuda en los servicios sociales del Concello, pero rechazó alojarse en el centro de acogida. De los testimonios recabados se desprende que llegó a dormir sola en la calle o a comer en las escaleras. En una ocasión él la habría dejado de puertas afuera al cambiar la cerradura. La víctima comentó también que tenía miedo porque su marido dormía con un machete en la habitación. Él estaba a tratamiento psiquiátrico, y estuvo internado, pero ella contó que dejó de tomar la medicación.

Según vecinos, María José tenía sentimiento de culpa y pena hacia el hombre pero decidió dar el paso de separarse y el día antes del crimen firmó los papeles del divorcio. El imputado estaba al parecer obsesionado con que ella lo "envenenaba". El hijo de la víctima ejerce la acusación particular y está representado por una abogada de oficio.