Cuando Emilia huyó con su hijo dejó a Bruno cuchillo en mano intimidando a las dos cuidadoras que cogieron como rehenes: "Si me persiguen y no llego no dudes en matarlas", le pidió momentos antes de marcharse con el niño en el Clio propiedad de una de las retenidas. Pero antes las dos víctimas habían vivido ya momentos de terror a manos de la pareja que las atemorizó con quitarles la vida si no seguían sus instrucciones y no lograban secuestrar al menor.

Lo que iban a ser solo un rato para facilitar la fuga se convirtió en una retención de cinco horas, interrumpida por fuerzas especiales policiales de la unidad de A Coruña que asaltaron el chalé y arrestaron a Bruno, que se había quedado dormido tras tomar numerosas pastillas. El intento de los mediadores para que soltara a las dos trabajadoras de Aldeas Infantiles resultó infructuoso.

"Cuando se encuentre a salvo Emilia en casa y me llame por teléfono yo soltaré a las trabajadoras". "No me importa ir a la cárcel y si no hacéis caso corto el cuello a estas mujeres", repetía Bruno una y otra vez a los mediadores de las fuerzas de seguridad. En 2012, durante el juicio en el que fue condenado, pidió perdón a las cuidadoras y aseguró que actuó por amor a su compañera.