Los cabecillas de la célula realizaban ingresos en sus cuentas corrientes en cuanto conseguían pasar un billete falso. En el juicio se demostró que después de cada compra en comercios de Vigo, Poio, Marín, Santiago y A Coruña, las ganancias se ingresaban a sus cuentas corrientes desde oficinas bancarias gallegas.

La red, afincada en Levante, alquilaba turismos en el aeropuerto de Alicante para desplazarse por toda España para distribuir el dinero falso. Al menos en seis ocasiones viajaron a Galicia, realizando paradas en Asturias, tanto en Avilés como en Gijón, donde ejecutaron varias entregas de moneda falsificada. El objetivo era distribuir los billetes falsificados en multitud de comercios ubicados en distintos puntos del territorio nacional. Una vez realizadas compras de escaso valor, el dinero de la vuelta era ingresado en las cuentas bancarias.