La supuesta cabecilla de la organización nigeriana que tenía retenida a una menor de Sierra Leona en un piso de Vigo, ciudad en la que la obligaban a prostituirse, manejaba decenas de cuentas bancarias a través de las que se movieron miles de euros pese a que oficialmente es prácticamente insolvente.

Este es uno de los principales avances de la investigación que dirige el Juzgado de Instrucción 2 de Vigo desde que el pasado mes de julio la Policía Nacional liberó a la adolescente en un piso de la calle Urzáiz. La operación culminó en noviembre con el registro del club de alterne Flowers de Madrid donde la menor había sido explotada sexualmente antes de enviarla a Vigo por "díscola".

El informe económico ha permitido comprobar que Raquel E., la única de los seis imputados que se encuentra en prisión provisional tras su arresto en Madrid como cabecilla de la red, y su hermana Betty, acusada de retener en Vigo a la víctima, disponen de numerosas cuentas bancarias por las que fluía un dinero cuyo rastro siguen los investigadores. También están implicados en la trama el responsable de una casa de citas en Madrid, otra mujer nigeriana y dos españoles vecinos de Vigo, un joven que era el novio de Betty, y un hombre que hacía de recadero para la red en la ciudad olívica. Todos están en libertad con cargos a la espera de que concluya la instrucción de la causa y se celebre el juicio.

Raquel, según consta en la instrucción de la causa, se trasladó al aeropuerto de París para recoger a la adolescente cuando llegó desde África. La trama la había captado en su propio colegio en Sierra Leona, con el señuelo de que le iban a dar un empleo como modelo en España.

La considerada cabecilla de la red le quitó la documentación a la menor y la tuvo retenida unos meses en el club madrileño, pero como le daba problemas porque se resistía a ejercer la prostitución, optó por mandársela a su hermana con la intención de que trabajara en un motel de la zona de Peinador.

Ese viaje que la menor realizó sola fue clave para su liberación. La adolescente explicó su situación a un viajero del autobús en el que hacía el trayecto Madrid-Vigo, y éste le propuso denunciar. La joven no quiso, pero él le dio su número de teléfono y días después cuando ya estaba retenida en el piso de Urzáiz, le pidió ayuda.