El juicio a un vecino de Vigo acusado de abusos sexuales a su hijo adoptivo desde que el niño tenía 7 años y hasta que casi cumplió los 10 arrancó ayer. El procesado declaró que su relación con el menor era "excelente", pese a que con el tiempo la madre "prohibió" al pequeño hablar con él, y aseguró que "nunca" lo sometió a tocamientos ni a otros "gestos" inapropiados.

El hombre atribuyó el relato de abusos que hizo el niño a que estaba "amenazado" por su progenitora. "Ella dijo que iba a arruinarme la vida, que iba a acabar conmigo y que yo terminaría en la cárcel", argumentó este vigués, para el que la fiscal solicita 12 años de cárcel, 10 de alejamiento con respecto a la víctima y la privación de la patria potestad por delito continuado de abusos sexuales perpetrados en persona menor de 13 años. La defensa reclama la libre absolución.

La vista, que sigue el 13 de abril, se celebró en la Audiencia viguesa. El acusado se casó con la madre del menor, de origen rumano, en octubre de 2009, empezando a convivir en Vigo. Meses después llegó el niño desde Rumanía y en la casa también residieron el hermano de la mujer y en alguna ocasión la madre. El matrimonio dejó la relación a principios de 2013, cuando ella lo denunció por maltrato, y a finales de ese año llegó la sentencia de divorcio. Si bien inicialmente se establecieron visitas entre padre adoptivo y menor, éstas se suspendieron en 2014.

El acusado negó que en sus juegos con el niño le diese besos en la boca, le mordiese en los labios o lo sometiese a tocamientos, hechos que, según la acusación, a veces se producían de forma semanal. "Nunca se me ocurrió hacer esos gestos; él jugaba con la bici, el balón, al escondite; jugábamos al caballito, a veces venía a que le hiciese cosquillas en las costillas y la planta de los pies... Eran juegos normales", describió el procesado, que cree que el menor relató episodios de abusos "amenazado" por su madre y también por el tío que convivía con ellos.

"Mi relación con el niño siempre fue excelente, pese a que ella con el tiempo le prohibió hablar conmigo; pero incluso así él se comunicaba conmigo por señas y con la vista", señaló el hombre, que concretó que él y su exmujer tuvieron denuncias cruzadas: "Yo la denuncié por agresión; a raíz de ahí empezó ella y acabamos planteando el divorcio". La declaración de la víctima fue a puerta cerrada y no trascendió su contenido. También compareció su madre, una declaración confusa y en la que incurrió en contradicciones. En un principio contó que se enteró de los abusos avanzada la convivencia marital porque el niño, cuando "no pudo más" y del que notaba que tenía "miedo", se lo contó a su tío. "Vivió un infierno; me fui encendida a él [al acusado], lo cogí por el cuello y le dije que no lo tocara más", aseguró.

Pero en otros momentos de su relato sí señaló que vio a su hijo varias veces "babado, mordido y llorando" y con "chupones". "Lo vi y lo viví; yo le decía a mi marido que esa no era forma de jugar", afirmó. Indicó que su hijo le contaba que el padre le tocaba y que usó la expresión "violar".

Una psicóloga y una forense del Imelga calificaron de "creíble" el relato del menor, concretando que éste no concibió los hechos como abusos sexuales, sino como "un daño físico que vivía con desagrado", de ahí que no tenga secuelas.