Moisés y Daniel G.B., de 22 y 25 años, su padre Antonio G.M. y su tío Diego G.M. pasaron ayer la primera noche en la cárcel de Pereiro de Aguiar. Tras ocho horas de declaraciones, la magistrada de guardia de Ourense decretó su ingreso preventivo en prisión como supuestos autores de la lluvia de disparos de escopetas y rifle; una docena de tiros que dejaron más de una veintena de impactos, desatando el caos la noche del domingo en la puerta principal del hospital de Ourense, y que se saldó con dos varones del clan rival de la misma familia heridos. Y es que una hija de Antonio, cual moderna Julieta, se fue a vivir con el Romeo del clan contrario y está embarazada.

La juez decidió poner en libertad provisional a la única mujer que se encontraba entre los siete detenidos, Yolanda B.J., así como a los hermanos Miqueas G.M. y Rubén G.M. Los tres, tía y primos de la joven embarazada por un chico del clan rival, continuarán como investigados, de momento, hasta lo que determine la instrucción. Como medida cautelar, están obligados a comparecer ante un juzgado una vez por semana. Además, una orden cautelar les impide acercarse a menos de 500 euros de las víctimas y comunicarse con ellas. Según el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, los imputados se enfrentan a delitos de intento de homicidio, amenazas y tenencia ilícita de armas.

Las dos víctimas, alcanzadas en la cara y en la espalda respectivamente, y dados de alta poco después de los hechos, también prestaron declaración ayer en sede judicial. Llegaron bajo vigilancia policial para evitar altercados con los allegados de los detenidos, ante la división entre los clanes rivales que habría desencadeno el suceso, siendo el detonante un noviazgo no aceptado entre dos jóvenes de ambas facciones. El encarcelado Antonio G.M., el único que reconoce haber sido autor de los disparos, es el padre de la chica, molesto presuntamente por no poder verla tras mudarse al poblado de su novio.

Presuntamente, los sospechosos del tiroteo se desplazaron a Ourense para atacar al clan rival aprovechando su estancia en el hospital, tras enterarse de que la joven acudía a dar a luz, aunque, al parecer, el progenitor ya estaba en el centro antes de la llegada de sus dos hijos. Los individuos habrían disparado contra sus enemigos al verlos en la entrada. "Querían rematarlos y dispararon sin cesar; pudo haber una masacre", dijo el vigilante que les plantó cara, desarmado, y forzó su huida en dos automóviles.

Según la declaración de las víctimas los autores de los disparos son Antonio, Daniel y Moisés. Los dos jóvenes fueron los primeros en ser detenidos, tras esconder en una manta, bajo las escaleras de la plaza de San Cosme, dos escopetas y un rifle. El progenitor es el único que reconoció haber hecho disparos. Su versión es que efectuó únicamente tiros al aire por "miedo" a que las víctimas los atacasen.

El cuarto encarcelado, Diego, fue visto por un policía de paisano enarbolando un arma y efectuando disparos. La defensa, Luciano Prado, sostiene que el arma era simulada y cree que la prueba de parafina efectuada a todos los sospechosos determinarán que no fue autor directo del tiroteo. Las víctimas aseguraron que ni este varón ni sus dos hijos participaron en los hechos.