Alquiló su piso a una pareja y con el paso de los años descubrió que lo usaban como prostíbulo. Y cuando los desahució, se topó con la vivienda totalmente destrozada. El juicio por estos hechos estaba previsto ayer en el Juzgado de lo Penal 3 de Vigo, pero se suspendió.

La Fiscalía acusa a estos inquilinos de un delito de hurto y otro de daños y solicita que sean condenados a un año de cárcel -o alternativamente dos años-, al pago de 5.400 euros de multa y a indemnizar al casero con más de 56.000 euros por los graves desperfectos causados.

El contrato de alquiler se firmó en el verano de 2009. Fue casi cuatro años después, en 2013, debido a los impagos de la renta mensual y a las quejas de vecinos del edificio por la actividad que se hacía en el piso, cuando el arrendador visitó la vivienda, encontrándose con que se habían hecho obras sin su autorización. Su inquilino le explicó entonces que alquilaba habitaciones a chicas para ejercer la prostitución -pese a que el subarriendo estaba prohibido en el contrato-, por lo que el dueño de la casa le ordenó que cesara con esa actividad.

Ante la negativa a hacerlo el propietario presentó demanda, fijándose el desahucio en 2014. La pareja efectivamente abandonó la vivienda, pero dejándola hecha una ruina, como pudo comprobar la comisión judicial que acudió a la casa para formalizar el desalojo. Se llevaron electrodomésticos y muebles, pero sobre todo causaron innumerables destrozos: en las paredes, en los suelos, en las puertas, en los muebles, en la instalación eléctrica... El dueño se topó además con que habían instalado una enorme caldera en el patio comunitario que conectaron con tubos que atravesaban las paredes, realizando una instalación de agua para suministrar las bañeras que habían puesto en cuatro habitaciones del piso.

Y las sorpresas no acabaron ahí. En la casa aparecieron efectos robados en una clínica dental, prendas de ropa con alarma de procedencia desconocida, así como sanitarios y mamparas amontonados.