La dietilmorfina o heroína caníbal, también conocida como krokodil (palabra rusa traducida como cocodrilo), es una versión casera del caballo diez veces más barata y destructiva, que parecía limitada a Rusia y Ucrania, donde primero comenzó a consumirse. Un grupo de investigadores de la Universidad CEU de Castellón ha documentado su uso por primera vez en España. La llamada heroína de los pobres, porque se puede cocinar con ingredientes muy baratos y asequibles, es, sin embargo, una pesadilla. Y es que esta droga "se come" literalmente a sus consumidores, al dañar el sistema vascular y desarrollar abscesos, flebitis, tromboflebitis, hemorragias o úlceras. También destroza los músculos y otros tejidos blandos, además de los huesos, con una rápida necrosis y gangrena. El nombre de krokodil le viene del color verdoso y el aspecto de escamas que estas lesiones causan en la piel.

El caso del consumidor de krokodil en España, un castellonense de 34 años, ha sido publicado en el último número de la revista Adicciones por el doctor Gonzalo Haro, profesor del Departamento Medicina y Cirugía de la Universidad CEU en Castellón, junto con Abel Baquero, psicólogo de la Fundación Proyecto Amigo. Se trata de un adicto a cocaína, heroína y benzodiacepinas que asegura haberla consumido de forma oral, combinado con una bebida con cafeína, con un "objeto lúdico-experimental". Y describe el efecto "como el de la heroína, pero mucho más físico, más fuerte", y por tanto, mucho más adictivo. Los investigadores sostienen que la expansión en Europa del consumo de krokodil "puede guardar relación con la situación de retroceso económico" y consideran necesario "estar alerta".

Los daños requieren de intervenciones quirúrgicas con resultados como la extirpación de las principales venas en brazos y piernas, y en ocasiones la amputación o injertos. Los efectos nocivos están relacionados con los componentes para su elaboración, como el yodo, que produce lesiones de tiroides y cartílagos.