El hostal restaurante de Los Milagros, que el parricida regentaba desde hace unos 30 años, estaba ayer por la mañana cerrado y desierto, ya sin el cordón policial y sin presencia de los investigadores. Los hechos ocurrieron en una habitación de la primera planta donde vivía el anciano dependiente.

Otra prueba más de que el parricidio y posterior suicidio estarían planeados es que el hostelero eligió el lunes de descanso del personal para consumar los hechos. No había trabajadores en el establecimiento; solo el autor y su padre. Además de las cartas, el hombre citó a su hijo y a su pareja a las 6 de la tarde del lunes, lo que personas próximas interpretan como una idea de que así no tuvieran que encajar solos un golpe tan tremendo.

El domingo, Francisco Feijóo, permaneció como un día más al frente del hostal. Se interesó por los clientes en el restaurante tal y como acostumbraba al final de las comidas y nadie notó nada extraño. Arnuido continúa consternado.