Que el cuerpo encontrado cubierto por matojos, boca abajo y desnudo sea el de Denise cuenta con este nivel de probabilidad: un 99,999999999999999%.

No es una cantidad lanzada al tuntún por las tres biólogas de la Policía científica de Madrid, que en la segunda parte de la sesión judicial declararon por videoconferencia. Es el porcentaje exacto (quince decimales) que relaciona el ADN de Denise con el de su padre y su madre.

Pero no fue fácil definir el código genético de la víctima, cuyo cadáver fue enterrado por su asesino, desenterrado más tarde y abandonado en otro paraje, y se encontraba en un avanzado estado de descomposición.

Un fémur dio la clave, y el trozo de una uña encontrada entre los restos putrefactos en el lugar del primer enterramiento, supuso la prueba del 9. Fue un trabajo de artesanía porque ese fragmento de uña apareció aislado y es mínimo. Las forenses explicaron que durante el levantamiento del cadáver (el 12 de septiembre de 2015, a la una menos veinte de la madrugada) habían decidido seccionar las cinco falanges de un pie de la víctima para que las uñas facilitaran la investigación. Las biólogas de la Policía Científica confirmaron que las falanges habían llegado al laboratorio pero sin uñas por su gran deterioro.

Las forenses, por su parte, explicaron los dos test de personalidad que le hicieron al acusado, cuyos resultados les hacen "descartar completamente" trastornos psiquiátricos en Muñoz. Experiencia no les falta: entre las dos han participado en 600 levantamientos de cadáveres y 1.200 informes psiquiátricos.