María Belén Rodríguez, la ourensana de 57 años desaparecida el 7 de abril, participaba en reuniones de grupos sectarios "no destructivos" -ni inducen al suicidio ni a autolesionarse-, que predicen el fin del mundo. Un apocalipsis del que se salvaría Galicia. A principios del mes de abril la mujer viajó a Barcelona a una de estas citas y regresó, según su entorno, "rara".

Cuatro días antes de su ausencia dio un curso en Arnoia, donde aseguró que se sentía perseguida y que no podía volver a casa, lo que despertó la preocupación de los alumnos.

La última vez que la vieron, el viernes 7 de abril, la ourensana reflejaba un estado de enajenación. El delegado del Gobierno, Santiago Villanueva, confirmó que los investigadores "estudian la posibilidad" de que la vinculación al grupo sectario pudiera haber "condicionado" su estado y su marcha aún por esclarecer. "Previamente no tenía ningún problema, que se supiese", completó el máximo responsable de las fuerzas de seguridad en territorio gallego.