Tercera sesión del juicio contra el acusado de arrojar a su mujer por la ventana en el Calvario. Alberto Viéitez confesó al psiquiatra de urgencias que dormía con un cuchillo en la mesilla por temor a que ella le hiciera algo.

La psiquiatra de Urgencias del Meixoeiro, donde ingresó el 12 de septiembre de 2015 por recomendación policial, ha relatado hoy al tribunal que lo juzga por homicidio que Alberto Viéitez le manifestó que desde el mes de abril que dejó el tratamiento de la hepatitis C al mejorar el cuadro que presentaba inicialmente, su mujer no se alegró y la comida le sabía a almendras amargas. Creía que le envenenaba por motivos económicos, señaló.

De hecho, le contó a la doctora que escondió cuchillos en el dormitorio porque temía por su vida. También le contó que escondía el dinero.

La psiquiatra diagnosticó probables episodios delirantes y pidió su ingreso en psiquiatría del Meixoeiro para su valoración. El acusado se mostró colaborador y orientado, según el informe médico. Hasta entonces no habría tenido episodios delirantes,sino que su historial incluye valoraciones en 2010 y 2015 por trastorno de ansiedad. Sus antecedentes en urgencias correspondían a quejas somáticas corporales.

"Fuga del hospital un mes antes del crimen"

En el Cunqueiro, a raíz de su ingreso, tuvo lugar un violento episodio del matrimonio y los sanitarios. La psiquiatra que medió y a la que María José,de 72 años,intentó golpear con el bastón, explicó que a media tarde requirieron en la unidad sus servicios porque durante la visita de su esposa Alberto se puso muy tenso en el pasillo e iba cada vez a más. También ella estaba alterada. Él empezó a arrancarse el pijama y se quedó desnudo y ella interfería:"Pedía que no le hiciéramos daño. Que se lo llevaba y ella le cuidaba".

Numeroso personal tuvo que actuar en la sedación de Alberto ,explicó la doctora a quien María José golpeó con el bastón. "La saqué de la unidad. Era mayor y más baja que yo". Horas después, la víctima llegó con unos familiares de su marido. Pidió perdón y solicitó trasladarlo a un centro privado.

El traslado se pospuso al día siguiente, tras confirmarse que en el nuevo centro tenía cama. No obstante, nunca llegó a ingresar, pese a que su internamiento no era voluntario. Nada más bajarse de la ambulancia que los llevó del Cunqueiro al otro centro, explicaron a la médico de guardia que iban al banco para hacer el depósito de dinero exigido por el hospital y que debían firmar los dos. Se fueron y ya no volvieron. Un mes después tuvo lugar el presunto homicidio.