Hay dos familias asturianas a las que se les ha adelantado la Navidad gracias a un "milagro" únicamente posible en estas fechas. Sólo así se puede entender cómo Miguel García Alonso y Felipe Menéndez Pérez, de 46 y 48 años, aguantaron casi doce horas agarrados a la proa de su embarcación de recreo hundida en alta mar, tres millas al norte del Cabo Peñas, hasta que fueron rescatados, con vida, a primera hora de la mañana.

"Es milagroso", confirman los responsables del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Gijón, que finalmente los pusieron a salvo alrededor de las seis de la mañana. "El mar no estaba mal, pero encontrar a dos personas en el agua y de noche es cuestión de suerte. Son gente fuerte, otros no hubieran aguantado tantas horas". Y es que, aunque la temperatura del agua no era excesivamente baja, alrededor de 14 grados, "la pérdida calorífica en el agua es exponencial", explican los expertos, con lo que "hay que estar muy bien física y mentalmente. Las ganas de vivir que tenían, eso los mantuvo a flote". Y tanto Menéndez como García demostraron que las tenían, espoleados por los sonidos que les llegaban del operativo de búsqueda.

Los amigos partieron a primera hora de la tarde del puerto de San Juan de la Arena con rumbo a las inmediaciones del Cabo Peñas, a pescar a San Martín. "No son unos aficionados, son profesionales, salen todos los días a pescar", enfatizó ayer a las puertas del Hospital de Jove, donde se mantienen ingresados aunque fuera de peligro, Marco García, hermano de Miguel, que sufrió una arritmia que le mantuvo en la unidad de cuidados intermedios.

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Alrededor de las 18.00 horas del miércoles se produjo el último contacto con sus familiares, pero no fue hasta las 22.47 horas cuando la mujer de Miguel, patrón de la embarcación -de nombre Julia María y de 6 metros de eslora-, dio la alarma al servicio de emergencias al ver que no regresaban. Tras recibir el aviso, la central de salvamento movilizó el helicóptero Helimer 203, la Salvamar Rígel, el buque Alonso de Chaves y la patrullera de la Guardia Civil Río Navia. Tras horas de búsqueda, al filo de las seis de la mañana el remolcador Alonso de Chaves escuchó la llamada de auxilio de los hombres, poniendo punto y final a la epopeya. Los náufragos fueron rescatados con una hipotermia severa, con los rostros de color "marmoleado" a causa del frío. Estaban abrazados entre sí, para intentar mantener el calor y agarrados a la proa del barco, que seguía sin hundirse.