El violador del estilete ayudó a su última supuesta víctima, una joven "de unos 25 años", a preparar una mudanza en las mismas fechas en las que la mujer asegura que se produjo la agresión sexual. El hombre y su denunciante se conocían desde hace meses, concretamente desde que el lucense Félix Vidal Anido y su pareja se trasladaron a vivir a una habitación alquilada en un bloque de pisos de la zona del Vasco de Oviedo, según indican vecinos y conocidos de la zona, sorprendidos tras conocer que el agresor fue detenido el martes junto al edificio de la Cruz Roja, acusado de reincidir este 22 de diciembre.

El hombre que pasó más de 32 años de cárcel hasta 2013 por 54 violaciones y un intento de asesinato residió una pequeña temporada en la zona del Vasco justo después de huir de Teatinos a finales de 2016, empujado por la presión vecinal. Posteriormente, pasó temporadas en Moreda, León, y en otros destinos hasta retornar "hace seis o siete meses" a vivir en el mismo céntrico inmueble.

La de ahora no es su primera detención desde que abandonó la prisión tras anularse la doctrina Parot. Ya había tenido que volver a un penal al ser acusado de una tentativa de agresión sexual en Lugo. De esa provincia, concretamente del pueblo de Pol, el de sus padres, tuvo también que huir al repudiarlo sus vecinos.

Su aterrizaje en el barrio asturiano no pasó desapercibido para los vecinos, los cuales admiten ahora que estaban en alerta. "Recibimos llamadas para decirnos que este hombre andaba suelto, pero tampoco trascendió mediáticamente", declara un empresario que asegura haberse cruzado varias ocasiones con el violador del estilete. "Lo veías por la calle y poco más, tampoco llamaba especialmente la atención", relatan.

Aseguran que el acusado llevaba una vida normal y solía relacionarse con algunos de los compañeros del bloque. Entre sus allegados estaría la supuesta víctima, una joven instalada por temporadas en uno de los pisos del bloque de viviendas, alquiladas en su práctica totalidad, por la propiedad del edificio. "Se conocían desde entonces y se llevaban bien hasta el punto que la llevó a su nueva casa cuando se mudó", explica una mujer vinculada al edificio sobre un traslado que tenía como destino la cuenca del Caudal y que se concretó el 23 de diciembre. "Extraña que los hechos fueron un día antes", apunta la misma fuente.

Hace tan solo un par de semanas, Félix Vidal y su pareja anunciaron a sus caseros que se trasladaban a Grado a vivir, aunque finalmente todo indica que decidieron permanecer en la ciudad. "No debían tener dinero para el alquiler y fue la excusa", apuntan los vecinos.

Ahora los conocidos comunes del violador y la víctima solo esperan que se haga justicia. "Si lo hizo que pague y si no, pues ella deberá explicarlo", declaran en un intento de neutralidad.

¿Y cómo veían a Félix Vidal las personas que lo conocían en Oviedo? Los vecinos del violador del estilete tanto durante su estancia en Teatinos como en la zona del Vasco coinciden en calificarlo como una persona "discreta y tranquila". En la segunda de las zonas destacan su predisposición a ayudar siempre que fuera posible. "Era muy respetuoso e incluso se mostraba voluntarioso de ayudar", dice una vecina.

Su predisposición fue lo que hizo que el hecho de llevar a su joven vecina a la cuenca del Caudal con motivo de su mudanza no levantara sospechas hasta que el pasado lunes la mujer presentó en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Asturias la denuncia contra el lucense por una agresión sexual que habría tenido lugar el 22 de diciembre.

La relación de este delincuente sexual con su pareja era aparentemente buena y era habitual verlos juntos. Sin embargo, sus estancias se vieron siempre lastradas por el rechazo vecinal. "No podíamos tolerar tener una persona tan peligrosa por aquí", relata una vecina de Teatinos que reconoció temer por su integridad en las fechas en las que se cruzó al hombre por la calle con su perro. "Para tranquilizarnos decían que los violadores no actúan donde viven", explica.

Tal era su voluntad que ocasionalmente hacía pequeños trabajos para terceros. El trabajo le llevó a dejarse ver por el concejo de Belmonte de Miranda, donde trabajó en una vivienda, pero su ayuda supuso el veto de varios clientes a un negocio del propietario de la casería, al correrse el rumor de que el violador era su empleado.