Acéptalo, Arturo Valls, tarde o temprano se te van a acabar los juegos de palabras con los que despides a los concursantes de Ahora caigo cuando se abre el suelo bajo sus pies, sus cuerpos se precipitan hacia la nada y el realizador intercala un plano de nueve señoras gritando divertidas y echándose las manos a la cabeza. Es cuestión de tiempo y ningún guionista en el mundo podrá evitarlo. "Bueno, Juan Ramón, pues me temo que ha terminado ya tu paso por el programa de hoy. Lo sentimos, porque en este concurso todos los participantes nos caen muy bien". Y zas. "Natalia, Natalia, mira que no saber que el gazpacho es una sopa fría típicamente andaluza... en fin, tampoco tienes que venirte abajo ahora". Y zas. "¿Te lo has pasado bien en Ahora caigo, Marta? ¿Te gustaría conocer el programa con mayor profundidad? ¿Te apetece llegar hasta el mismísimo fondo?". Y zas. Por ahora muy bien. Muchas risas y todo eso. Pero según mis cálculos te queda semana y media para que te rindas o empieces a repetirte más que el grito reflejo de las señoras del público.

Lo dice el Teorema de la Finitud Idiomática de Saegger: "Todo idioma natural hablado por una comunidad humana posee un número limitado de juegos de palabras con los que referirse a una determinada cuestión". "Caer" es un amplio concepto que puede dar mucho de sí en mil giros del idioma español. "Pues nada, cuando quieras te vuelves a dejar caer por aquí", "Vaya fallo... se te va a caer el pelo... y todo lo demás", "Pero no te deprimas, hombre, que se veo algo ali-caído". Y el uso de estos juegos de palabras añade un puntito más de humor al concurso de Antena 3... hasta que se alcance el límite al que se refiere Saegger. Entonces, de verdad, Arturo Valls, ya no sabrás cómo cumplir las expectativas que todos ponemos en ese momento. Te repetirás, nos empezarán a sonar a conocidas las bromas que harás cuando caigan por la trampilla los concursantes. Piénsatelo, Arturo, porque puedes empezar a caernos gordo.