"A grosso modo", el Festival de Eurovisión le cuesta a RTVE "entre cinco y diez veces menos" de lo que vale producir cualquier programa de ficción de los que se hallan actualmente en emisión en horario de máxima audiencia en España.

Este es el principal argumento que esgrime la corporación pública para defender la continuidad de España en este concurso de la canción, ante los recortes presupuestarios de 200 millones de euros que obligan a suprimir la emisión de nuevos capítulos de series como "Águila Roja" o derechos de competiciones deportivas.

Federico Llano, director de Festivales de RTVE, ha defendido en una entrevista con Efe que Eurovisión es un "espacio muy espectacular y de gran visibilidad", cuyo coste, como coproducción que es, se divide entre los 42 países participantes y entre otros que, como Australia, también lo emiten.

"Es rentable si se compara lo que cuesta con el impacto que tiene, esto es, con su audiencia. Además, genera contenidos culturales, de música en este caso, que se ajustan y alimentan la imagen de la cadena, y de los que se nutren muchos otros programas antes y después del festival", apunta Llano.

Pese al anonimato de muchos de sus últimos representantes, el festival acostumbra a arrasar incluso en sus peores cifras. En 2011, con Lucía Pérez, el certamen tuvo un 32,3 por ciento de cuota de pantalla y 4.724.000 espectadores, un millón menos que en 2010, con Daniel Diges, que convocó a 5,76 millones.

España, como miembro de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y del denominado grupo "Big Five" (compuesto además por Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), realiza una aportación superior al resto que le permite participar de forma directa en la final del festival, sin pasar por preselecciones.

Según Llano, este pago viene estipulado por la UER y va en función de la población de cada país y de lo que representa en valor de mercado por su potencial audiencia y el televoto (lo que explica por qué España paga más que, por ejemplo, Polonia).

La participación de España este año en Azerbaiyán estaba comprometida desde el ejercicio del año anterior, un coste "asumible todavía" para RTVE, según Llano, si bien es cierto que, con la inminente llegada de un nuevo presidente a la corporación, las cosas podrían verse de otro modo.

La incógnita sobre la continuidad de España en el festival se une a la polémica desatada ayer por la publicación, fuera de contexto, de unas palabras de la representante de este año, Pastora Soler, quien, en broma, comentó que RTVE le había pedido que no ganara, para no tener que organizar el concurso del año que viene.

"Yo llevo once años haciendo el festival de Eurovisión y he visto de todo", afirma Llano y cita como ejemplo el caso de países que ganaron contra pronóstico, en situaciones económicas malas o con presupuestos muy restrictivos.

"Pero cuando se gana, las cosas cambian y aparecen fuentes de financiación. Las autoridades analizan qué agua hay en la piscina una vez que se ha ganado, no antes", precisa.

Pese a sus palabras, no son pocos los que piensan que RTVE boicotea año tras año una victoria española.

"¿Y cómo lo hemos boicoteado? ¿Trayendo al Chikilicuatre?", se pregunta en alusión a la edición de 2008, en la que el público español escogió como candidato al cómico David Fernández bajo su sosías artístico de Rodolfo Chikilicuatre, el cual tuvo "un Tourmalet de audiencia" de 9,3 millones de personas.

Esta vez no ha sido el público quien ha elegido al representante, sino RTVE, que llegó a un acuerdo con Soler y la discográfica Warner Music, una fórmula clásica desde los comienzos del festival.

"ABBA no salió de una preselección", defiende Llano, quien entiende que, con un artista conocido y una canción como "Quédate conmigo", "el público se siente representado mucho más que cuando la decisión sale del voto popular o de un jurado en un programa".

"Nosotros siempre preguntamos y este año hemos tenido la fortuna de que algunas de las mejores discográficas tuvieron interés", revela este directivo, que no descarta repetir la fórmula en el futuro.