La vuelta de Mariló Montero a La Mañana de La 1 se confirma. Ella quiere estar a todas horas en el candelabro, y le toca las narices no estarlo. Eso era todo. Protagonismo desmedido. Dicen, y así lo confirman retratos, que a los pocos días de la llegada de su sustituta al programa este verano, se paseó por el estudio, saludó y, como las perras en las calles con sus gotitas de orín, fue dejando claro que la reina del plató era ella.

Lo que cuento tal vez sólo sea fruto de mi animadversión a la navarrica, pero algo de eso hay. Lo verdadero es que su sustituta, Teresa Viejo, lo hace mil veces mejor que ella. El programa sigue siendo una caquita a la que habría que darle la vuelta, abrirle la entraña, airearlo, darle un latigazo en el costado y despabilarlo a ver si de verdad el magacín de la pública consiguiera tener algún interés.

Pero Teresa Viejo no tiene la culpa. Ella presenta lo que le ponen por delante. Para volver, la titular exigió a la dirección de TVE una serie de puntos. Ahí van. Dirigir el programa, blindar su contrato por un año -con elecciones a la vista, quería asegurar su continuidad aunque cambiara la dirección de la cadena-, y pasar la producción del programa a Zeppelin - Gran hermano VIP y otros grandes truños-.

Es fácil imaginar el recibimiento de los trabajadores de TVE, a los que quería apartar del equipo, en el momento en que la señora pise el plató. Pero TVE ha dicho no a tanta y tan presuntuosa petición. Y la divina ha tragado. O eso, es decir, o como estás -que estás de puta madre, tía-, o a la puta calle. Pero con la boca chica, porque la pensadora tiene en TVE más alfileres apuntalándola que los paños del sastre del rey. Su ex, Carlos Herrera, faro del PP, corta mucha tela.