Cuatro años después de convertirse en el primer gran éxito marca Netflix, House of Cards se mantiene en forma gracias a un juego entre provocación y paralelismo con la política real que aún sorprende hasta a sus protagonistas, tal y como reconoció Michael Kelly (Doug Stamper) en entrevista con Efe.

"Espero que no haya un Frank Underwood en la política real, daría miedo", bromeó Kelly, en referencia al ambicioso personaje que encarna su colega Kevin Spacey, durante una visita a Buenos Aires para promocionar la serie.

El estreno de la cuarta temporada, el pasado 4 de marzo, con todos los capítulos disponibles a la vez en todo el mundo a través de la plataforma digital, se esperaba como uno de los grandes acontecimientos del calendario seriéfilo de 2016.

En coincidencia con unas de las primarias estadounidenses más sorprendentes de los últimos años, el ambicioso e implacable matrimonio Underwood se juega también la Casa Blanca y, para alcanzar sus objetivos, no duda en poner en marcha la peor maquinaria posible.

Junto a ellos, el fiel e inestable Doug Stamper, jefe de personal de Underwood, se encarga de esconder los trapos sucios, de extorsionar y de cerrar bocas cuando sea necesario. "No es un mal tipo, tampoco solo un soldado, es un tipo complicado que ha hecho algunas cosas malas. Pero no creo que sea una mala persona. Le entiendo, creo. No haría lo que él hace pero lo entiendo", explicó Kelly sobre el complejo personaje que construye en la serie.