La productora Teresa Fernández-Valdés, detrás de series como Fariña o Velvet, se convirtió ayer en la primera española en recibir una medalla de honor del MIPTV de Cannes, galardón que recibe como "un premio a la industria española", reconocida al fin en la pantalla internacional. "No hemos tenido que renunciar a nuestra identidad para que nos reconozcan. Ahora, el siguiente paso será ser más ambiciosos con nuestros proyectos", dijo la premiada, productora ejecutiva de la compañía gallega Bambú.

Elegida como una de las 20 mujeres más poderosas de la televisión por la revista The Hollywood Reporter, Fernández-Valdés (Pontevedra, 1980) se describe como una pieza más de una industria que ha conseguido imponerse con credibilidad como un exportador de ficción con títulos como Gran Hotel o Velvet. "Hasta ahora, todo el que quería hacer contenido debía parecerse a los estadounidenses y lo que hemos descubierto es que la globalización no ha pasado por que todos contemos la misma historia, sino por conectar con las emociones desde la identidad local", señala.

Tras la globalización de las series españolas, gracias a plataformas como Netflix, que han permitido un alcance masivo e inmediato de creaciones como Las chicas del cable, el próximo reto será entrar en la industria estadounidense que lleva las riendas hasta ahora. La distancia de presupuesto es aún enorme y esto incide directamente en la originalidad o los riesgos que España puede asumir en sus ficciones. Según Fernández-Valdés, una temporada española puede costar hasta siete u ocho millones de euros, mientras en EEUU "un estudio cualquiera desembolsa doce millones de dólares en un piloto".

Tras estudiar periodismo en Madrid, Fernández-Valdés realizó un máster en producción y gestión audiovisual y probó suerte en Galicia con una productora local dirigida por su actual socio, Ramón Campos. Hacerse un hueco a nivel nacional les costó un par de fracasos, que ella asume con orgullo, como Guante Blanco, retirada incluso de emisión. Tras varios traspiés llegaron éxitos como Gran Reserva o Velvet, clave en la conquista del público latinoamericano y, más adelante, Netflix, que firmó con ellos su primera colaboración en España.

"Nos dicen que hemos crecido muy rápido, pero es el mercado el que avanza a pasos agigantados. La tecnología ha influido mucho a la hora de facilitar que todo el mundo consuma contenido", declaró.

Las productoras ya no necesitan centrarse en el público español pues la serie puede recoger un éxito moderado dentro de las fronteras y convertirse en un hito internacional sin precedentes. Esto ocurrió, por ejemplo, con La Casa de Papel que de Antena 3 pasó a Netflix.