En las antiguas casas rurales, la cocina era ese gran espacio de reunión en el que se cocinaba, se comía, se hacían labores y se mantenían grandes tertulias. La moderna vida urbana cambió ese concepto y relegó esa estancia de la casa a un mero lugar de trabajo, como mucho acompañada de un office, pero siempre destinada al trabajo relativo a la preparación de los alimentos.

Y ahora de nuevo la cocina recupera esa aura especial en la que tienen cabida las alfombras, los pavimentos y sillerías de maderas nobles y los elementos decorativos entre los que figuran incluso lámparas de cristal de roca. No es menos cierto que el tamaño resulta esencial para planificar la decoración.

Elementos como las isletas o las zonas amplias de comedor no pueden plantearse si no abundan los metros. En cambio, un capricho como un centro de flores o una pequeña escultura tan sólo requieren un toque de buen gusto.

A la hora de moverse entre fogones, también es necesario moverse dentro de un espacio flexible donde no falte la luz. La cocina es una estancia fundamental dentro de la vivienda y la funcionalidad de su disposición es la clave para sentirse a gusto entre los elementos que la definen.

Si el ambiente destinado a la cocina es de forma alargada, merece la pena colocar la cocina en un solo frente. Es la mejor solución si el espacio tiene menos de 2 metros de ancho. Para esta distribución lo ideal es que mida más de 3 metros de largo. Para ubicarla en paralelo debe existir un espacio de más de 1,30 metros entre los dos frentes.

La distribución en "L" puede aplicarse a casi todas cocinas, siempre que el lado más corto mida más de dos metros. Separar zonas y ambientes jugando con la iluminación es otra buena idea.