De la casa existente, prácticamente en ruinas, apenas se podía aprovechar nada, salvo las vistas. La parcela tampoco lo ponía fácil a los arquitectos Carme Muñoz y Joan Arnau Farràs, del estudio gerundense 05 AM Arquitectura: un terreno estrecho y alargado entre medianeras con un fuerte desnivel presagiaba unos espacios interiores potencialmente oscuros. Por ello los arquitectos resolvieron apropiarse al máximo de la luz natural que podía proporcionar la orientación sur, hacia el paisaje del Baix Empordà (Girona), y llevarla hacia el lado norte, donde la vivienda limita con una calle estrecha de pueblo. "Escalonamos los volúmenes, definiendo unas franjas horizontales que nos permiten conseguir grandes aperturas y nos ofrecen un buen aprovechamiento de la luz natural y de las vistas", explican.

El forjado de la primera planta se fragmentó en tres partes abriendo dos lucernarios que permiten el paso de la luz cenital hasta la planta baja. Estos tres forjados se sitúan a diferentes alturas para poder definir espacialmente los diversos usos en el espacio diáfano de la planta baja. Al escalonar el suelo y fragmentar el techo, "logramos identificar claramente los volúmenes y el carácter individual de cada espacio de la vivienda, relacionándolos a través de un espacio continuo que amplía sus posibilidades de uso, sin renunciar en ningún momento a la luz ni al paisaje", indican Muñoz y Arnau.

El acceso en coche a la vivienda sólo podía realizarse desde la planta semisótano, abierta al sur y en contacto con el jardín, lo que planteaba un problema a los arquitectos, porque si lo concebían como el clásico garaje de fondo oscuro, restaría luz a la casa. Resolvieron que el garaje y el principal acceso a la casa fueran todo uno, un umbral luminoso y cuidado entre el interior y el exterior donde pudieran desarrollarse otras actividades alternativas, como celebraciones familiares.

Con este objetivo de inclusión y participación, el siguiente espacio contiguo, que alberga el estudio y la zona de ocio, se situó en una cota intermedia, entre el nivel de la planta semisótano y la baja, lo que permite a través de él una buena relación visual con los espacios adyacentes. Junto a la mesa de trabajo, se levantó una gradería, pensada como zona de juegos para los niños, espacio de reunión o lugar para sentarse y ver proyecciones en la pared de enfrente.

Subiendo el medio nivel restante se encuentra un espacio diáfano, con una gran abertura en su extremo sur. Desde este nivel se percibe el estudio como un espacio recogido, hundido en el suelo, que evita ser un obstáculo a la visión del paisaje y que además, a través de él, prolonga la visión hasta el jardín.