Los áticos siempre han sido objeto de deseo por su ubicación en la planta más alta, por el hecho de no tener a nadie viviendo encima de nosotros, por tener una terraza que permite disfrutar de un espacio exterior dentro de nuestra propia vivienda, y por la posibilidad de tener un altillo o una pequeña segunda planta donde ampliar nuestro hábitat en los casos en que la construcción lo permite por la forma de su cubierta si se abuhardilla en el interior.

Pero no todo son ventajas. Los áticos han de estar muy bien aislados e impermeabilizados en su cubierta, ya que sobre el techo de nuestra casa inciden directamente el frío, el calor y la lluvia.

De no contar con esa preparación, esto puede convertirse en un gran inconveniente y suponer un elevado consumo energético y de mantenimiento a la hora de climatizar y acondicionar nuestra vivienda o de solucionar problemas por filtraciones de agua.

Hoy estudiaremos un proyecto de Ana Ramón y Iolanda Gimeno en el que todas las ventajas se cumplen y donde, además, se ha realizado un puntual ejercicio de diseño en la escalera que une la planta baja con la buhardilla.

En este caso, la configuración del ático abuhardillado permitió contar con una amplia planta baja, por donde accedemos a la vivienda y se han ubicado las principales piezas, y una pequeña buhardilla con terraza propia, donde se distribuyó una zona de estudio y relax más íntima.

Cuando en un proyecto nos encontramos con una buhardilla, además de tener que jugar muy bien con su distribución debido a los cambios de altura que en ella se producen por la forma de las cubiertas, debemos de estudiar muy bien su iluminación natural.

En esta vivienda, además de los ventanales que dan a su terraza y de dos ventanas ubicadas en el techo, se optó por abrir dos vanos acristalados en las paredes, que lo comunican con el salón comedor de la planta inferior, aumentando así el intercambio de iluminación en los distintos momentos del día y ampliando su profundidad a nivel visual.

En toda vivienda en dos alturas surge un hito, como es la escalera.

Cuando el espacio donde se ubica es reducido, tanto en anchura como en su desarrollo, el interiorista se ve en el reto de hacer un ejercicio de diseño donde el equilibrio entre estética y funcionalidad debe ser la máxima prioridad. Un buen ejemplo es la solución adoptada por Ana y Iolanda en esta escalera a contrapié, realizada en madera y que acaba cerrando un buen proyecto en una tipología de espacio casi siempre complejo.