La economía manda y no es momento de dispendios pero a veces la casa pide una reforma a gritos. El verano suele ser una de las épocas del año preferidas para renovar el hogar. No es necesario volverse locos en el intento de actualizar el piso. Unas manos de pintura, en colores claros -por ejemplo en ocres y blancos-, texturas lisas, y un cambio en la colocación de los muebles, con la eliminación de objetos inútiles que sólo se «comen» el espacio, puede ser suficiente para lavar la cara a una estancia y enfrentarse a ella con un ánimo diferente en los meses de otoño que se avecinan.

En el caso de las cocinas, hasta hace poco el color blanco y los azulejos eran las únicas alternativas,pero afortunadamente las posibilidades han aumentado y ya no existen límites a la hora de decorar las paredes.

Los papeles pintadoss se han instalado en todas las tendencias de decoración actual. Antes solían tener formas florales y ahora cada vez se buscan dibujos más originales que ayudan a dar un toque diferente.

Además, cuando se opta por esta posibilidad conviene no recargar y combinar con pintura o alguna sencilla moldura de madera. Si el presupuesto permite abordar objetivos más ambiciosos, la sustitución de los marcos de las puertas y los rodapiés también aportan una imagen totalmente diferente.

Las fotografías en blanco y negro, con marcos sencillos, son la alternativa para personalizar una pared y llenarla de momentos familiares o paisajes especiales. Lo más adecuado para que luzcan al máximo es colocarlas agrupadas, nunca menos de seis y en diferentes tamaños. Y en las zonas de paso las alfombras lisas siempre ganan la partida. Cansan menos y dan juego para combinar con toda clase de muebles. Los que son incapaces de vivir sin dibujos siempre pueden echar mano de sencillos estampados.