Esta casa es propiedad de Jacob Rothschild, miembro de una larga estirpe de banqueros y una de las mayores fortunas del mundo, y está en los terrenos de Waddesdon Manor (Buckinghamshire, Inglaterra), una finca de 2.430 hectáreas con una majestuosa casa de campo al estilo de los castillos del Loira donde conviven las muestras de arte clásico y contemporáneo (como el gran gorila de bronce de Angus Fairhurst o unos brillantes huevos pulidos de Koons).

El cuarto barón de Rothschild ha dedicado toda una vida a la filantropía y el mecenazgo -fue presi­dente de la National Gallery, el Fondo de la Lotería Nacional y del premio Pritzker de arquitectura-, y de esa pasión nace esta casa contemporánea en la que acoge a artistas y ­académicos.

El edificio, obra del estudio Skene Catling de la Peña, parece, más que construido, fruto de una ruptura de placas tectónicas. Está revestido de sílex, una piedra sedimentaria muy dura pero poco utilizada en arquitectura contemporánea que se encuentra en abundancia en los campos arados que rodean el lugar y que le confiere una textura ruda y muy expresiva.

La casa y el anexo parecen surgir de la tierra, y para conseguir ese efecto de estratos geológicos, la base es más negra y tosca, y el color de la piedra se va aclarando hasta los bloques de tiza blanca que pare­cen disol­verse en el cielo. En su esquina sudoeste, el edificio ha sido cortado para crear una cueva-piscina, de modo que el agua corre a través de la casa, como en una cueva ­prehistórica.