¿Qué hace falta para reunir en un mismo cartel a Amaral, Leiva, Xoel López y el guitarrista El Twanguero? Un talento excepcional. El que ha demostrado Pedro González, un aspirante a guitarrista profesional de solo 17 años. Las entradas para los dos conciertos benéficos que han ofrecido esta semana volaron y Pedro podrá cumplir su sueño: estudiar en la Escuela de Música Creativa de Madrid, una fundación privada donde la matrícula por año (su programa dura cuatro) asciende a 4.000 euros; una cantidad que sus padres, ambos en desempleo, querrían pero no le pueden costear.

El joven apuntaba maneras desde bien pequeño. En su familia la música es muy apreciada y no faltaba en la radio ni en discos los domingos. Pedro agarró una guitarra en cuanto pudo sostenerla, y en cuanto rasgó sus cuerdas, supo que se había enamorado para siempre. Sus padres lo enviaron a estudiar piano al Conservatorio. Allí Pedro destacó enseguida, pero no estaba en su elemento.

Gracias a sus buenas notas logró que su padre le comprara una guitarra acústica y a partir de ahí, empezó su camino autodidacta. Pedro aprendió de todo lo que caía en sus manos: libros, conciertos e incluso Guitar hero. No tardó en dominar los punteos de Jimmy Hendrix y de enloquecer con el blues y el rockabilly de los años 40 y 50.

Sus padrinos y el público que acude a sus conciertos en su honor fueron tajantes: Pedro es un todo un crack al que poco se le puede enseñar.