Cinco años después de su última ficción, el ganador de cinco premios Goya Fernando León regresa con Un día perfecto, una cinta antibelicista ambientada en los Balcanes, con Benicio del Toro y Tim Robbins en la piel de dos cooperantes, donde el humor se presenta como la mejor arma frente al absurdo de la guerra. "El sentido del humor es fundamental en la vida", señala el director de Los lunes al sol. "Y si tiene importancia para nosotros en una rutina normal, imagina para una situación de guerra; el humor está ahí casi como una herramienta de trabajo, para poner distancia, pero también para entender las cosas y sobrellevarlas", añadió.

Se trata de una aproximación al trabajo humanitario alejada de idealismos. Rodada entre Granada, Málaga y Cuenca, la acción se sitúa justo después de la firma de los acuerdos de paz en Bosnia, lo que no significa que los conflictos hayan terminado. Aunque está basada en la novela de Paula Farias Dejarse llover, el realizador y guionista madrileño dice haber puesto en ella mucho de sus vivencias personales en zonas de conflicto, desde la propia Bosnia a Uganda -donde rodó el documental colectivo Invisibles- o Etiopía, que visitó con Acnur.

"La primera vez fue en 1995 en Bosnia. La forma en que se describe la guerra en la película tiene mucho que ver con ese viaje. Esa idea de confusión, de absurdo, de irracionalidad, de estar en un laberinto donde nadie entendía lo que estaba pasando fue lo que más me impresionó, junto a lo más predecible que es el dolor", afirma.

También su visión antiheroica del trabajo humanitario le debe mucho a esos viajes. "Creo que lo épico es simplemente estar ahí, ni siquiera es arreglar las cosas y que salgan bien", sostiene.