El director de cine Roman Polanski compareció ayer para una nueva vista ante el tribunal polaco que estudia su posible extradición a Estados Unidos por un delito de abuso sexual contra una adolescente de 13 años cometido en 1977.

La primera vista tuvo lugar el pasado febrero, después de que las autoridades estadounidenses tuviesen conocimiento de que el cineasta había abandonado su residencia en París y se encontraba temporalmente en Cracovia, su ciudad natal, para preparar el rodaje de una película que debería haber comenzado en verano.

En mayo se celebró una segunda vista, después de que se pospusiese la sesión para que el tribunal recabase más información, y en agosto llegaron a manos del juez nuevos documentos sobre el caso.

De acuerdo con la ley polaca, si el juzgado de Cracovia falla a favor de la extradición, el ministro de Justicia polaco deberá decidir en última instancia si da o no luz verde al proceso.

Los intentos de EEUU de que Polanski sea extraditado arrancan en 2009, cuando la Justicia estadounidense solicitó a Suiza la detención del realizador, que fue arrestado en el aeropuerto de Zúrich y pasó tres meses en prisión.