Miley Cyrus, Lady Gaga o Rihanna. Estas son algunas de las estrellas internacionales que visten los diseños que hacen las monjas de clausura de un convento de Cumbres Mayores (Huelva). Las once religiosas trabajan para la firma extremeña María Ke Fisherman, creada por María Lemus y Víctor Alonso. Ambos han hecho famosas a las monjas de una pequeña localidad de la sierra de Huelva, que viven ajenas a todo el revuelo que se ha montado en torno a ellas. Las mujeres continúan con su vida dentro de los muros del convento, como explica el párroco de la localidad, Antonio Lucena, que destaca la importancia de que los diseñadores españoles vendan en Estados Unidos y Tokio, "llevando los trajes de Cumbres de Mayores por todo el mundo". A juzgar por sus creaciones, a las monjas les gustan los escotes y las transparencias, pero para nada los jerséis de cuello cisne o los conjuntos con mil capas de tela que oculten la silueta de la mujer.

Las mujeres trabajan el croché y el punto, haciendo trajes por partes o enteros. Su relación con la firma de moda se inició porque las diseñadora tiene familia en el pueblo, escuchó hablar de las monjas y vio que era una forma de colaborar con ellas y ayudarles en sus labores de caridad. Bajo esta premisa, comenzó un trabajo que, curiosamente, para las monjas no tiene repercusión mediática alguna, porque en el convento no tienen ni radio ni televisión. La relación que tienen con los vecinos fuera de sus muros es cuando ellos acuden a comprar los dulces que elaboran para vender y sufragar sus gastos diarios.

Las monjas tejen estas prendas con cinta técnica en lugar de con hilo, lo que permite que la ropa sea moldeada de muchas formas y que tenga una mayor versatilidad que el ganchillo tradicional. Al parecer a María Lemus le apasiona la técnica del ganchillo, así que, cuando se enteró de que en el convento de Huelva las "monjitas" tejían como los ángeles, fue a visitarlas llevándoles un hilo técnico que hace que las prendas se amolden mejor al cuerpo, sujetándose, sin caerse ni darse de sí. Estas prendas, hechas a mano, son las más cotizadas en el extranjero y llevan estampados tridimensionales, cortes y cremalleras, con precios que oscilan entre los 400 y los 1.200 euros, ya que tardan un par de semanas en estar listas.